Han pasado ya cinco jornadas desde el aterrizaje forzoso de Dani Vidal al banquillo del Nàstic. El técnico tarraconense fue la última bala elegida por la entidad para intentar reflotar a un conjunto grana al que el cambio de entrenador no le había sentado nada bien. Iñaki Alonso llegó con la intención de levantar a un equipo que todavía aspiraba al play-off por aquel entonces. Sin embargo, el técnico de Durango no ofreció el rendimiento esperado y su bagaje de cinco puntos de 18 posibles condenó al Nàstic a pelear por el descenso.
Dani Vidal llegó con una plantilla sumida en una grave crisis de resultados y con el estado anímico por los suelos. Los jugadores vivían en un desconcierto permanente y de puertas para adentro se había comprobado que el feeling que existió durante muchas fases con Agné nunca llegó a aparecer en la etapa de Iñaki Alonso. El técnico tarraconense, segundo entrenador durante ambas etapas, tenía claro que lo primero que tocaba era levantar anímicamente al equipo y luego hacer énfasis en los futbolístico.
De lo primero se encargó Dani Vidal, pero también Manolo Martínez. El mito grana aceptó el reto de ocupar el cargo de segundo entrenador y desde un primer momento trató de subir el nivel de confianza de todos los futbolistas de la plantilla. Conoce como nadie el oficio de futbolista y eso le da un extra de ventaja. Por eso desde un primer momento fue bien recibido por un grupo de jugadores que en aquel momento necesitaba cariño y caña, las dos cosas en su justa medida. El de Bistrago ofreció ese perfil y en solo una semana se comprobó que aquel equipo era otro, tanto en lo futbolístico como en lo emocional.
El debut frente a la Real Sociedad B con victorias en el Nou Estadi Costa Daurada se ha demostrado que no fue flor de un día. Ha habido mejores y peores partidos y mejores y peores resultados, pero el Nàstic de Dani Vidal ha sido fiel a una idea. El técnico tarraconense le ha dado una identidad que durante muchos semanas parecía perdida. Desde un primer momento simplificó el mensaje. 4-4-2, futbol de seguridad y vertical que disminuyera el margen de error en todas las fases del juego.
Ya han pasado cinco jornadas y se puede decir claramente que el efecto de cambio de entrenador sí que ha dado sus frutos. A la segunda ha sido la vencida. El Nàstic acumula ocho puntos de 15 posibles. En otras palabras, Dani Vidal ha necesitado solo dos partidos menos para igualar el puntaje de Iñaki Alonso y solo uno para superarle. Sus números son tan buenos que si se tiene en cuenta la clasificación del equipo tarraconense en las últimas cinco jornadas, en las ha sido dirigido por Vidal, el Nàstic ocuparía puestos de play-off.
Por desgracias, lo que ha pasado en una anterioridad se tiene en cuenta y eso provoca que a día de hoy ya se vislumbre el play-off como un milagro casi imposible. Los deberes granas de aquí a final de temporada serán salvar la categoría. Hay un colchón de cinco puntos respecto al descenso que invita a pensar que no se deben tener demasiados problemas para ello. El Nàstic es un equipo ahora mucho más fiable y que si sigue con esta línea no pasará apuros para salvarse. Eso sí, solo son cinco puntos de ventaja y la distancia no es ni mucho definitiva.
La próxima jornada ante el Sabadell será un partido directo frente a otro equipos histórico que anda en la pomada de la salvación. Dos proyectos hechos en teoría para estar arriba a los que la categoría ha puesto en su sitio porque la Primera RFEF no tiene en cuenta ni la historia ni el dinero.