«Cuando el ser humano tiene problemas económicos, psicológicos o de todo tipo siempre busca un culpable y nunca se culpa a sí mismo. Si tú les ofreces un colectivo al que culpar y odiar pues su furia, su rabia y su odio interior se manifiesta hacia este colectivo, provocando el racismo». Son las palabras que pronuncia Ismail Harik, un chaval de Reus de solo 19 años que con su discurso ayuda y mucho a conocer el problema que hay con el racismo.
Harik, sin embargo, quiere especificar que no considera a España un país racista: «No lo es en su totalidad porque hay mucha gente que no lo es y no tiene la culpa de que en su país haya racistas. De todas formas sí que me he dado cuenta de que este odio, racismo, como la gente lo quiera llamar, pues está en auge. Cada vez se toleran más comentarios racistas e incluso se apoyan campañas políticas en redes sociales incitando a estos hechos discriminatorios de manera directa como indirecta y eso es muy peligroso».
Se ha querido apartar la mirada en los últimos años de una lacra social que cada vez toma más forma y coge más fuerza. El caso de Vinicius ha acaparado todos los focos porque es una estrella del fútbol y juega en el Real Madrid. Lamentablemente lo suyo no es un caso aislado, en la sociedad y en el deporte regional se viven episodios racistas y vejatorios de manera constante. El fútbol ha dejado de ser en muchas ocasiones un espectáculo para convertirse en una guerra dialéctica que a veces incluso llega a lo físico. El racismo es una de las consecuencias que ha generado. Hay que decir basta de una vez.
Harik lleva pitando desde los 16 años y suma ya tres temporadas con el silbato. Antes fue futbolista y ahora combina el arbitraje a la vez que estudia magisterio y trabaja como monitor polideportivo. Si a la pregunta de si España es un país racista respondía de manera firme, su respuesta a la pregunta de si el fútbol español es racista tampoco tiene desperdicio: «Siempre digo una cosa que es que todos dejamos de ser algo cuando nos conviene. Si tengo dos chavales marroquíes o senegaleses, o lo que sean, y tiran del carro y marcan goles y el equipo gana nunca seré racista. Pero, si los mismos jugadores le quitan el puesto a mi hijo por méritos propios, sí que lo seré o al menos tendré cierto rencor. Mi subconsciente dirá que esta persona viene de fuera y le quita el sitio a mi hijo y terminaremos culpando a estas personas».
Me he dado cuenta de que este odio, racismo, como la gente lo quiera llamar, pues está en auge
Todo va más allá cuando el propio Harik reconoce que como árbitro no ha sufrido episodios racistas, pero como jugador sí y explica uno que lleva de manera frontal a la reflexión: «Fue en un partido contra un equipo, que no diré el nombre pero sí de donde es y es de la Conca de Barberà. Al finalizar el partido tras haber conseguido la victoria fuimos a saludar a los jugadores rivales de manera deportiva y entonces a mí y a varios compañeros nos comenzaron a gritar: «¡Cuidado, cuidado, que se van a inmolar!”. Además nos hicieron el típico sonido imitando a los monos».
La situación es preocupante porque situaciones como las que ha vivido Harik se repiten más a menudo de lo que se cree en España. El tema está candente y José Machín ‘Pepín’, futbolista de Torreforta que milita en el Monza de la Serie A de Italia, ha preferido no mostrar su opinión del tema tras ponerse el Diari en contacto con él. Ha preferido guardar silencio porque su cabreo es mayúsculo. Es una lacra que ha vivido en sus propias carnes porque en Italia ha sido víctima de insultos racistas.
Vinicius, un altavoz necesario
Naret Coco, de la Red Antirracista, cree firmemente en que el Caso Vinicius puede ayudar y mucho a combatir contra el racismo: «Para nosotras lo que sucedió con Vinicius es la demostración de la negación de este flagelo. Como esto no lo viven todas las personas, pues a las personas de unas características determinadas nos toca demostrar que el racismo existe y peleamos contra una barrera invisible. Él intenta demostrar que lo que ha vivido es racismo y lo que ha hecho es aprovechar su posición para denunciar esta problemática. Ha sido muy valiente y él está haciendo uso de su poder y su visibilidad».
Para nosotras lo que sucedió con Vinicius es la demostración de la negación de este flagelo
Xavier Pastor, experto en conflictología y mediación deportiva de la UOC, ofrece un punto de vista analítico de la situación y saca a la palestra una visión muy interesante: «El racismo hace tiempo que está. En los últimos años hemos conseguido eliminar la parte más violencia y física, pero se mantienen los insultos por parte del público a los jugadores rivales e incluso a sus propios jugadores. Esto sucede porque en el mundo del deporte y del fútbol falta formación. Muchos aficionados e incluso los propios jugadores no saben resolver ni controlar sus emociones. Por eso hay que enseñar a la gente a animar porque no sabe. Lo que se ve en Mestalla, en el Camp Nou o en el Santiago Bernabéu se ve en cualquier campo de fútbol regional».
Pastor considera que el fútbol es un reflejo de lo que se vive en la calle. Por eso hay que aprovechar su incidencia para desde ahí capar esta lacra: «El problema es que pensamos que echando al radical de la grada ya se ha terminado todo. No es así porque esa persona ya no estará en el fútbol, pero estará en la calle y te tocará aguantarlo en un bar, en una discoteca, en un restaurante...».