Antes de emprender la conquista de Tortosa (1148), el conde Ramón Berenguer IV de Barcelona colaboró con Alfonso VII de Castilla y García V de Navarra en la toma de Almería.
En dicha empresa participaron los templarios de Castilla y Aragón, Guillermo VII de Montpellier y las repúblicas de Pisa y Génova.
La campaña fue un éxito. Sin embargo, el noble Galcerán de Pinós, descendiente de uno de los nueve barones de la fama, cayó en manos de los sarracenos y fue encarcelado en Granada.
Así se lo confirmaron los captores a los emisarios junto con el rescate que se les debía entregar a cambio de su liberación. Esta es la leyenda de cómo el noble fue salvado, y esta, la ruta que transcurre por el lugar en el que concluyen los sucesos después de obrarse un milagro por partida doble.
Instrucciones de la ruta
Estacionamos en las inmediaciones de la Raval de la Mar de Vila-seca, antes de la glorieta que da acceso a la A-7, y cruzaremos el puente rojo en dirección a La Pineda.
Antes de entrar en el parque de la Torre d’en Dolça continuaremos caminando por la carretera TV-3148 hasta la siguiente rotonda: allá se encuentran las letras con el nombre del área y, a escasos metros, el monolito donde se obró el milagro. Ahora sí, siguiendo las indicaciones instaladas a causa de las obras, desharemos nuestros pasos ahora por el interior del parque en busca de la Torre d’en Dolça, la construcción erigida como atalaya defensiva desde la que prevenir incursiones de los corsarios berberiscos.
Teniendo en cuenta que este es el punto final del recorrido, podemos o bien volver o bien explorar las más de 37 hectáreas verdes que ofrece dicho lugar.
Dificultad de la ruta
Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables.
El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.
Desde el punto de vista de la dificultad física, el recorrido es de dureza muy fácil. Más que de una ruta de senderismo, estamos ante un paseo que combina un tramo urbano con un pulmón verde. En lo que respecta a la complejidad técnica, cabe señalar que el interior del parque puede resultar confuso debido a sus múltiples cruces, luego conviene prestar atención.
La leyenda de las cien doncellas
Establece la leyenda que sólo un guerrero sobrevivió a la conquista musulmana de los Pirineos. Fue Otger Cataló, quien después de recuperarse convocó a nueve caballeros que juraron luchar hasta la muerte por recuperar la tierra que les había sido arrebatada. Galcerán de Pinós, almirante de la armada en la campaña de Almería, proviene de una de estas sagas familiares.
De poco sirvió esta prestigiosa ascendencia, pues tanto él como el caballero Santcerní fueron hechos prisioneros en la batalla y llevados a la cárcel andalusí de Granada.
Los sarracenos comunicaron a los emisarios reales que ambos seguían con vida y serían puestos en libertad si se entregaba lo siguiente en concepto de rescate: cien caballos blancos, cien vacas, cien doblones de oro, cien trapos brocados de oro y cien doncellas.
Los barones de Pinós reunieron los requisitos valiéndose de su patrimonio.
Sin embargo, fueron incapaces de convocar a cien doncellas. Así las cosas, convocaron a sus vasallos en asamblea y concluyeron que entregarían a sus hijas dependiendo de cuántas tuviera cada uno. Quin tuviera tres, entregaría dos; quien tuviera dos, una; y, quien tuviera una, entraría en un sorteo. Todo estaba ya dispuesto, luego la comitiva viajaría a al puerto de Salou para tomar el barco.
Galcerán de Pinós y Santcerní llevaban cinco años presos. El doble milagro que los puso en libertad se produjo sólo un día antes de que la comitiva partiera del puerto de Salou. Mientras que el primero rogó su liberación a Sant Esteve, el patrón de Bagà, el segundo hizo lo propio con Sant Genís. Ambos consiguieron la anhelada puesta en libertad gracias a la intercesión de los santos, reencontrándose en el Camí del Racó de Vila-seca. En dicho lugar se instaló un monolito conmemorativo, el mismo que vimos al principio de la ruta.
Galcerán se ocupó de que las doncellas y sus familias fueran recompensadas y, diez años más tarde, se retiró como monje en el templo circense de Santes Creus. El pergamino más antiguo que narra los hechos fue escrito por el Bernat Mallol, fraile de este monasterio.
El relato legendario de las cien doncellas ha sido representado en el arte. Por ejemplo, en el retablo de Sant Esteve del monasterio de Santa María de Gualter o en el de Sant Esteve de Protomàrtir de Granollers. Como cualquier leyenda, está en duda que los hechos sean reales.