Niklas Maak, autor de la novela ‘Technophoria’: “La cuestión central es quién posee la tecnología”

01 diciembre 2024 11:39 | Actualizado a 01 diciembre 2024 11:44
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Según el registro que Google me ha mandado a mi correo, la entrevista con Niklas Maak celebrada on-line mediante un Meet, se ha iniciado a las 12.03h del mediodía y ha durado 41 minutos. Un archivo excel adjunto al correo recogía la información que está ya almacenada en alguna de las granjas de servidores que tiene la compañía en algún lugar del mundo de paradero desconocido. Este es uno de los ejes centrales de la novela “Technophoria” (publicada en la editorial Vegueta): mostrarnos un mundo donde la inteligencia de los algoritmos gobierna nuestras vidas a partir de una gestión continua de nuestros datos. Un mundo de ciudades inteligentes, de vehículos sin conductores, de sistemas de iluminación automáticos... Un mundo absolutamente robotizado donde lo no-humano determina nuestro día a día mediante espacios hipercontrolados y videovigilados que nos permiten actuar de forma eficiente y segura a cambio de ceder nuestra privacidad y nuestra libertad. Sobre todas estas cuestiones entablamos una conversación a distancia.

¿Cuál fue el punto de partida de este mundo de presente-futuro que describe en el libro?

Me acuerdo cuando era pequeño que tenía un pequeño robot de juguete. Eran los años 70 y aquello solo era un a pequeña figura graciosa que estaba ahí y que cayó en mis manos un día. Sin embargo, desde entonces, los robots se fueron acercando a nosotros en un sentido metafórico: los hemos empezado a llevar en la mano, las casas se han ido robotizando... Me di cuenta que en cierta forma vivimos dentro de un robot.

Póngame un ejemplo.

Imagínate conduciendo un coche con la última tecnología. Aunque tú no te des cuenta tienes unas cámaras que te están filmando contínuamente. El coche puede decirte que tienes que dejar de conducir porque estás cansado. Tú quizás no lo estás pero los sensores que analizan tu rostro te juzgan en cierta forma y a partir de ahí una serie de algoritmos extraen una conclusión. Y hablamos de un coche pero lo podemos aplicar tanto a ciudades, como a casas, como a objetos cotidianos que se han convertido en inteligentes. Pero la pregunta es, ¿inteligentes para quién?

Esto transforma nuestra privacidad, tal y como se muestra en “Technophoria”.

Exacto, porque tanto el coche como la casa son espacios donde siempre nos hemos sentido seguros frente a los otros. Sin embargo, desde que se convierten en inteligentes estamos mucho más controlados en estos espacios. Tú puedes estar en tu cama, trabajando con el ordenador y el móvil, y en realidad estás más expuesto a lo público que si estuvieras caminando por la calle. La frontera entre el espacio público y el privado se ha invertido desde que vivimos en estos espacios robotizados. Y esta es una cuestión que me interesaba mucho como novelista: ¿qué pasa cuando eres consciente que continuamente tu vida está siendo monitorizada?

Supongo que todo se trata de una cuestión de seguridad y confort en nuestras vidas.
Si, es el caso de los relojes que pueden ayudarte a prevenir un ataque al corazón. Son fabulosos pero al mismo tiempo es interesante pensar que mientras tú estás durmiendo están extrayendo datos de tu forma de dormir. Y a la mañana siguiente el reloj te pasa el informe correspondiente. Es sin duda la victoria final del capitalismo si una máquina puede evaluar y cuantificar tu descanso. Todas estas apps, programas o algoritmos son a los que acabamos cediendo nuestro bienestar. Y al final me pregunto sobre qué pasaría si todas las responsabilidades con nosotros mismos las acabamos cediendo a una ciudad inteligente, a un coche inteligente, a una casa inteligente... ¿Qué ocurriría si de pronto se produce un mal funcionamiento tecnológico o alguien hackea el sistema? Y de ahí surge otra pregunta: ¿creemos ciegamente en el bienestar y seguridad de la tecnología o somos críticos y pensamos para quién es inteligente una ciudad o una casa? ¿Para nosotros o para unas determinadas compañías tecnológicas? Y cuestionarse esto no significa en ningún caso estar en contra de la tecnología porque también tiene beneficios enormes.

Uno de estos beneficios puede ser la cuestión de la emergencia climática que también está muy presente en la novela.

Si, principalmente me interesaba mostrarlo a través del proyecto de ingeniería de la depresión de Qattara, en Egipto. Se trataba de la locura de inundar de agua una parte del desierto. Si tú crees realmente en la tecnología puedes decir: adelante, inundad el desierto porque así crearemos nubes en el Sahara que van a disminuir la temperatura del planeta y al mismo tiempo vas a crear muchos puestos de trabajo en aquel oasis nuevo. Sin embargo, quizás la cosa sale mal y de pronto sometes a Italia y a España a períodos de lluvia perpetuos. A través de la novela me pregunto si quizás es demasiado tarde ya para hacer algo contra el cambio climático o quizás todo lo contrario, tenemos tecnología para reparar nuestros errores. ¿Es irresponsable no actuar en un proyecto de estas dimensiones o es una irresponsabilidad solo de imaginarlo?

Difícil elección ante la irreversibilidad de la crisis climática en la que vivimos...

Si, porque al final la cuestión central es: quién posee la tecnología, y en consecuencia, cuál es el interés en el uso de esta tecnología. ¿Estamos tratando de hacer un mundo mejor o estamos favoreciendo que unos pocos hagan mucho dinero creando herramientas que, en apariencia, nos ayudan a sobrevivir y seguir adelante reemplazando los servicios públicos tradicionales por compañías privadas que manejan todos nuestros datos?

Datos que obtienen muchas veces de las simples “cookies”.

Si, todo el mundo hace “aceptar todas”. Pero considero que el botón de “aceptar todas” es el objeto tecnológico más instrumental que se ha inventado. No sabemos para nada lo que suscribimos. Y en las granjas de servidores de las compañías almacenan todas estas informaciones para crear un avatar algorítmico de nuestra existencia: de nuestros amigos, de nuestros deseos, de lo que hacemos...

$!TechnophoriaNiklas MaakEditorial Vegueta, 2024
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