«Aquí en la Part Alta ya vamos al límite. Lo que pasará es que llegaremos tarde, como sucede siempre, mientras el barrio se va vaciando de gente y se llena de turistas», lamenta Andreu Ximenis, de la plataforma Farts de Soroll. A su batalla reciente contra el ruido y las terrazas la asociación añade otro caballo de batalla:las viviendas turísticas ilegales.
«Los pisos turísticos comportan otro ritmo de vida, muy distinto al del vecino. Es muy difícil la convivencia. A veces sucede que al propietario le resulta más rentable que el vecino de toda la vida se vaya, y dedicar el apartamento a un uso turístico», añade Ximenis. Las quejas van añadidas a algunas estampas: trasiego de turistas con maletas que van y vienen en zonas donde no existen hostales, hoteles o pensiones; o entradas a deshoras a portales que denotan hábitos de turista.
El Ayuntamiento de Tarragona ha recogido el guante de parte de esas reclamaciones de la entidad, aunque los diagnósticos difieren bastante. «Los pisos turísticos aún no son un problema, pero nos hemos comprometido con la plataforma a adelantarnos para que no pase como otras veces», explicaba en el pleno el concejal de Urbanisme, Josep Maria Milà.
El edil ha admitido que se está trabajando en inventariar las viviendas con ilegales. «Se está investigando en las webs que los ofrecen y se ha pedido también a los vecinos que cuando detecten u no lo manifiesten». Inma Rodríguez, concejal de Turisme, sostiene que se realiza una revisión rigurosa y se está al tanto para que ese problema que afecta a otras ciudades no se reproduzca en Tarragona. «Estamos atentos a un fenómeno que es una tendencia general. Estamos muy lejos de lo que está pasando en Barcelona. Aquí no tiene nada que ver. No hay indicios de una saturación que nos haga prever tomar una decisión drástica como una moratoria».
Algunos datos confirman esa radiografía. Según el consistorio, en la pasada temporada primavera-verano sólo el 5% de los turistas alojados en la ciudad lo hicieron a través de plataforma tipo Airbnb. Más allá de los pisos ilegales, aquellos que ejercen sin estar registrados, Tarragona asiste a un incremento de las personas que deciden regularizar sus domicilios para esos usos. De los 346 que había en julio del año pasado se ha pasado a los 456 de este mes de enero. Son 110 más, un aumento de un 32%.
‘No es un enemigo’
Para el consistorio tarraconense, esta tipología de vivienda turística debidamente regulada y sometida a cargas fiscales «no es un enemigo a combatir», a pesar de las denuncias de plataformas como Farts de Soroll.
El Ayuntamiento se escuda en dos bazas. En primer lugar, argumenta que el perfil de turista que usa estas viviendas es de tipo cultural y familiar. Para el consistorio, «son familias que no suponen un problema de convivencia y que dejan un importante gasto en la ciudad, en ámbitos como el comercio, la restauración o la oferta cultural». En segundo lugar, «estos visitantes aportan unos beneficios a la economía local que tenemos que valorar positivamente».
Para algunas voces en contra, la proliferación de pisos, aunque sean regulados, es una amenaza. «El mejor ejemplo es lo que ha pasado en la Part Alta con los bares. Hubo una desregularización. Fue legal abrir bares, pero eso no ha evitado que no nos encontráramos ahora con un problema con las terrazas, como así ha sido», sostiene Marc Suanes desde la plataforma Farts de Soroll.
Suanes cree que emplazar a los vecinos a denunciar no es una medida del todo adecuada, ya que «no estamos para hacer de policías». Invita, además, a una reflexión: «Hay vecinos de toda la vida que ya se han ido. Más allá de que los pisos turísticos sean legales o ilegales, hay que hacer una reflexión de qué barrio queremos. ¿Queremos que la Part Alta sea un barrio sólo de bares, terrazas y apartamentos turísticos? Si la gente quiere eso, vale, perfecto, yo me volveré a Torreforta».
Otras voces no coinciden en esa denuncia de la gentrificación, el concepto que define e la expulsión de los vecinos del casco histórico a causa del turismo. Así opina Manel Rovira, presidente de la Associació de Veïns de la Part Alta: «Yo no conozco ningún problema. No sé dentro de cinco años cómo estaremos, pero de momento no se puede comparar ni un poco la situación con Barcelona. Puede haber pisos turísticos pero no son ni mucho menos un problema».
Llevant lidera el ranking
Aunque el foco mediático y de protesta está en la Part Alta, los registros de pisos turísticos regulados indican que no es el barrio con más viviendas de este tipo. El casco antiguo sólo concentra el 21,27% de viviendas turísticas reguladas de Tarragona. Únicamente hay 97 registros en la Generalitat, la administración que se encarga de aglutinar ese control. El barrio con una concentración más alta es Llevant, con 193, lo que supone el 42,32% del total.
El Eixample es la otra zona con un número significativo de viviendas, con 151, que configuran el 33,11%. En Ponent, Nord y Serrallo los datos son residuales.
En la plataforma Farts de Soroll domina el recelo respecto a que el consistorio concrete y aplique sus medidas de control anunciadas. «Ya conocemos a este ayuntamiento. De momento, sólo tenemos la palabra. Nosotros seguiremos haciendo acciones y reivindicando», zanja Suanes.