La victoria del ultra Javier Milei con más del 55% de los votos sobre el peronista Sergio Massa en las elecciones presidenciales de Argentina del domingo ha generado una profunda sensación de incertidumbre y recelo en la comunidad internacional sobre el rumbo futuro de uno de los países referenciales de Latinoamérica. Más todavía cuando desde el primer día tras su triunfo en las urnas, el hombre que se presentaba en los mítines con una motosierra para hablar de recortes hizo gala de sus peculiares maneras. Lo primero fue confirmar en una entrevista su intención inmediata de «poner en manos privadas todo lo que pueda dejarse en manos privadas», incluidos los medios de comunicación públicos y la petrolera estatal YPF. Luego, empezó a nombrar su Gabinete y despreció el despacho de rigor con el presidente en funciones, Alberto Fernández. El líder de La Libertad Avanza no quiso desvelar si este encuentro -que tradicionalmente simboliza la transición de un Gobierno al siguiente- se celebrará este martes, pero sí manifestó su deseo de que no tenga lugar en la Casa Rosada, la residencia presidencial, como una forma de demostrar que su política no seguirá las costumbres de la 'casta'.
El triunfo ha sido visto de múltiples formas a nivel internacional. A excepción de Colombia, que lo ha calificado como una «mala noticia», el resto de países de Latinoamérica lo ha recibido con corrección, pero también con una distancia palpable. Cautela. En los medios europeos, principalmente franceses y británicos, han abundado las comparaciones con el expresidente estadounidense Donald Trump y otros calificativos del tono «ultraliberal confeso» o «admirador de la mafia». De esta forma, el diario estadounidense The New York Times subrayó que se trata de una victoria de la extrema derecha, mientras el británico Financial Times destacó que el «autoproclamado anarcocapitalista» Milei se enfrenta a «enormes obstáculos» debido a «la falta de mayoría en el Congreso y los graves problemas económicos» por los que atraviesa Argentina. En numerosos medios se repite la advertencia de que el país «se sumerge en lo desconocido».
El plantón de Lula Milei se ha convertido en un enclave ultraderechista en la tendencia izquierdista que, bajo el liderato del brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, que ya ha renunciado a acudir a la investidura, y con la complicidad del chileno Gabriel Boric y el colombiano Gustavo Petro, parecía capaz de liderar al continente y cambiar el signo político tras años de oficialismo y conservadurismo. «Ha ganado la extrema derecha. Es la decisión de su sociedad. Triste para América Latina», manifestó Petro.
El triunfo de Javier Milei ha creado una ola de expectación entre la ultraderecha cuyas propuestas, al menos en el continente americano, se habían visto relegadas en los últimos años por candidaturas a la izquierda, logrando hitos como el primer Gobierno progresista en Colombia, la posibilidad de que suceda lo mismo en Guatemala o la recuperación de plazas como las de Brasil o Chile.
Poco parece importar al nuevo inquilino de la Casa Rosada, cuya política exterior tiene puesto el punto de mira en otros lares. Prueba de ello es que ya ha anunciado que su primer viaje como presidente electo, antes de incluso de su investidura, lo realizará a Estados Unidos y a Israel.
El temor externo se reproduce también dentro las fronteras argentinas. El pueblo ha respaldado en masa a Milei pero son muchos, incluso entre los que le han votado porque consideraban que el país necesitaba un cambio total, los que creen que un programa de reformas muy radicalizadas produciría una etapa de mucha conflictividad política y social. Este sector de opinión mantiene la esperanza de que la relación del nuevo presidente con Mauricio Macri, que ya dirigió el país, le lleve a posponer su agenda más disruptiva y abandone sus intenciones de gobernar por decreto, avasallar a la Justicia e intentar acallar a los medios de comunicación.
De cualquier manera las primeras declaraciones del nuevo mandatario adelantan «el fin de la decadencia» de un país «en estado crítico». «No hay lugar para el gradualismo, para la tibieza ni para medias tintas, si no avanzamos rápido nos dirigimos a la peor crisis de toda nuestra historia», manifestó el lunes. El líder de La Libertad Avanza -amparado en la ventaja de más de diez puntos conseguida en las urnas ante Massa y en el hecho de que rompió por primera vez en décadas la hegemonía de las dos principales coaliciones políticas- no parece tener tiempo que perder. Milei confirmó parte de su Gabinete, ratificó que privatizará de nuevo el gigante energético YPF y los medios públicos, cerrará el Banco Central, reducirá el tamaño de la Administración y hasta ya puso plazo a la dolarización en un periodo no superior a un año.
Pero para impulsar su agenda tiene una representación limitada en el Congreso y, por tanto, se verá obligado a negociar con sus nuevos aliados conservadores y una oposición peronista escéptica en medio de una inflación que se dispara hacia un 150% y una creciente pobreza. Su bloque sólo tendrá 7 de los 72 escaños del Senado y apenas 38 de 257 en la Cámara Baja.
Órdenes ejecutivas Aunque Milei podría utilizar órdenes ejecutivas de emergencia en algunos casos, para la mayoría de los cambios legislativos necesitará obtener al menos un 50% de apoyo mayoritario del Parlamento. Su coalición tampoco tiene gobernadores ni alcaldes regionales, algo importante en un sistema fuertemente federal donde las provincias tienen mucho poder. Tampoco encontrará facilidades a la hora del traspaso de poderes. De hecho, el presidente en funciones, Alberto Fernández, y Milei, pospusieron el lunes la reunión prevista y en la que ambas partes apuntaban a dar comienzo al proceso de transición después de la victoria del ultraliberal. Los equipos de Fernández y Milei «no se ponen de acuerdo» sobre la hora y el lugar. Discrepan en al menos dos aspectos de la reunión: si se hará una fotografía del encuentro y los participantes que asistirán a la misma. No obstante, el candidato ultraliberal por La Libertad Avanza ya ha comenzado a conformar su gabinete. El primer nombre en aflorar fue el de Mariano Cúneo Libarona, que será su ministro de Justicia. A continuación anunció que la excandidata a gobernadora bonaerense Carolina Píparo estará al frente de la Seguridad Social.
Milei se ve reconfortado porque sus anuncios económicos fueron bien recibidos por los mercados. Las acciones de YPF en Wall Street, donde cotizan acciones de empresas argentinas, se dispararon con una subida histórica del 34%. La promesa de un giro de 180 grados en la política económica argentina partir del 10 de diciembre ya obtiene réditos. Asimismo, el mercado financiero ha tomado como una buena señal que el futuro Gobierno no tiene en sus planes negociar con el FMI una nueva reestructuración de los bonos de la deuda.
Javier Milei. FOTO: EFE