Rubén Viñuales estaba feliz por la victoria pero también contenido. Entre la euforia de la militancia en el local del PSC, el próximo alcalde de Tarragona valoraba así los resultados: «Hemos recibido el encargo de gobernar y lo haremos para todos, para los que nos han votado, para los que no y para aquellos que no han ido a votar». El socialista tuvo tiempo, en mitad de la celebración, de pensar en el futuro más inmediato a la hora de gestionar esos 13.015 votos y nueve concejales, dos más que en 2019, que le otorgan un triunfo indiscutible.
Avanzó su intención de no explorar, al menos de entrada, ningún tipo de pacto, y gobernar en solitario, «buscando consenso y remando juntos por Tarragona» y definió sus primeras líneas: «Queremos cumplir con el mandato que nos ha hecho la ciudadanía, que es una clara victoria del partido socialista. Vamos a hacer el reparto de tareas y vamos a empezar a trabajar, con mirada largo y paso corto, por lo que el ciudadano nos pide: ocuparnos de la vía pública, de la limpieza, la jardinería, la seguridad, pero también del modelo de futuro de ciudad, con las ‘t’, que son tecnología, talento, turismo y transición energética, y empezaremos a poner a Tarragona en el mapa».
Viñuales dijo que «Tarragona necesita un gobierno que cuente con todos y nosotros queremos ser ese gobierno». El socialista también quiso lanzar un mensaje de «concordia» y se acordó del alcalde en los últimos cuatro años, Pau Ricomà (ERC), con el que se llamó por teléfono durante la noche de ayer. «Estoy convencido de que lo ha hecho lo mejor posible, le agradezco los cuatro años que ha dedicado a la ciudad, nadie lo hace mal a propósito, con más o menos acierto, pero él se merece el reconocimiento como alcalde. En todo caso, sabemos que Tarragona necesita un empuje». También apuntó a que «este Gobierno será digno y llevará a Tarragona al lugar que se merece» e incidió en su propósito, insistentemente, de «gobernar para todos».
Ante la militancia concurrida en la sede, arrancó con firmeza: «No sé si lo sabéis, pero hemos recuperado la alcaldía de Tarragona». Entre las claves de su victoria, Viñuales destacó que «hemos hecho una precampaña larga de un año, y eso ha ayudado a poder explicar el proyecto, hicimos un proceso profundo para elaborar un programa de ciudad que era de gobierno».
No todo fue positivo en la valoración del socialista. Viñuales lamentó la baja participación y la irrupción de Vox, al que descartó contundentemente como un eventual aliado: «Hemos sido muy claros siempre con la extrema derecha por el peligro que supone para la convivencia. Tenemos un buen abanico de posibilidades para llegar a los 14 concejales para tirar adelante nuestro proyecto», dijo, en alusión a posibles acuerdos para facilitar la investidura el día 17 en la constitución de los ayuntamientos, algo que no es tampoco imprescindible en tanto que no existe una mayoría alternativa a la del PSC.
«Ha sido un trabajo de todos»
Montse Adan, número 2 de la lista, se mostraba también exultante: «Me he integrado muy bien en este equipo, pensábamos que este era el mejor proyecto para Tarragona, teníamos muy buenas sensaciones y veíamos que había una necesidad de cambio». Restó importancia a que su fichaje, fundamental para muchos, hubiera sido crucial para conseguir este resultado: «Ha sido un trabajo de todos, la suma de todo lo ha permitido».
Por su parte, la concejal y número 4, Sandra Ramos, admitía estar «en una nube» y reivindicaba «un proyecto excelente y un gran equipo», y añadía: «Sabíamos que ganaríamos y lo haríamos con diferencia. Las campañas en positivo siempre funcionan mucho más. Y ERC ha hecho una campaña en negativo. No puede ser que el alcalde fuera el rey desnudo y se pensara que todo estaba yendo bien y que nada era culpa suya». «Hemos recuperado la alcaldía y esta ciudad se lo merece. Ahora vamos a trabajar por ella».
Por entonces, ya con el escrutinio casi finiquitado, el júbilo se había desatado en la sede. Viñuales se fundía en un abrazo con su mujer. Hubo gritos de ‘Visca, visca, visca, Tarragona socialista’. Aunque hay trabajo por delante, había que celebrar la victoria.
