Era enero de 2021 cuando una treintena de familias de Cala Romana decidieron contratar un servicio de vigilancia privada para sus viviendas. Tomaron esta decisión después de sufrir algunas oleadas de robos durante el 2020 y vivir situaciones de inseguridad, además de considerar que la presencia policial en la zona no era la adecuada para prevenir este tipo de hechos. Dos años después, tanto Cala Romana como el resto de barrios de Llevant han conseguido lo que era una reivindicación vecinal que venía de lejos, y es que el Ayuntamiento de Tarragona instalara lectores de matrículas en todos los accesos para poder identificar a los autores en caso de delito y, también, para que tuvieran un efecto disuasorio y evitara que los delincuentes actúen en estos núcleos del este de la ciudad.
Estos están instalados desde hace un par de meses, pero aún así el grupo de familias que en su momento contrató el servicio de seguridad privada seguirá pagando los 140 euros mensuales que cuesta, pues piensan que es totalmente complementario al sistema de videovigilancia. De este, dicen que la función que tiene es detectar a los delincuentes una vez ya han cometido el delito, mientras que los vigilantes controlando sus calles llevan a cabo un ejercicio preventivo que, desde que está en marcha, según dicen, los incidentes de robos e inseguridad han sido prácticamente inexistentes.
Uno de sus impulsores explica que han renovado el servicio de seguridad privada cada seis meses y lo seguirán haciendo: «Vale la pena, es muy eficaz y la verdad es que da mucha tranquilidad». Reconoce que la cuota contratada es bastante elevada, «pero razonable». «Hacen rondas aleatorias, las 24 horas del día y durante los 365 días del año, y las viviendas tienen un código de barras de modo que los vigilantes pueden dejar constancia de que han pasado por allí», cuenta el impulsor de la iniciativa, que no obstante lamenta que no se sumen a ella más vecinos.
De hecho, que más familias del barrio se unieran al grupo permitiría que las cuotas mensuales fueran menores y que el servicio mejorara, pasando por más calles y cubriendo toda la urbanización, defiende el vecino, que es consciente, a la vez, de que el hecho que la empresa de seguridad vigile por el barrio tiene un efecto disuasorio del que, en parte, se benefician también quienes no lo pagan: «Si saben que tenemos este servicio contratado los delincuentes se lo piensan dos veces antes de actuar aquí, y esperamos más colaboración por parte del resto de familias porque así será más económico para todos», concluye el que en su momento tiró adelante el proyecto.
«Hay que denunciar»
Con todo, la presidenta de la Associació de Veïns de Cala Romana, Belén Marrón, ve con buenos ojos la instalación de lectores de matrículas en los accesos al barrio y en el resto de Llevant para aumentar la seguridad de los vecinos, pero defiende que no sirven de nada si no se interpone una denuncia. «Desde que están las cámaras se han producido un par de incidentes, entradas en jardines, pero como los propietarios no han visto que les entraran dentro ni que les faltara nada no han denunciado, y si no lo hacen la Guàrdia Urbana no puede consultar los lectores», asegura marrón, que insiste que «hay que seguir siendo conscientes que ante cualquier hecho o sospecha de que hay personas que suscitan preocupación rondando por el barrio hay que llamar a la Urbana y denunciar».
Donde también se han producido incidentes durante el último mes, en forma de intentos de robo en viviendas y, al parecer, de exhibicionismo, es en el barrio de Boscos. Sea como sea, habrá que esperar un tiempo para valorar con perspectiva hasta qué punto la instalación de los lectores de matrícula han ayudado a reducir los hechos delictivos en toda la zona de Llevant.
Donde por ahora, y desde la entrada en funcionamiento de las cámaras, no han sufrido ninguna fechoría, o por lo menos que las asociaciones vecinales tengan constancia, es en La Móra-Tamarit y en el núcleo de Ferran. El presidente de la AVV de este último, Pol Virgili, recuerda que «llevamos bastantes meses tranquilos, y hay veces que sufrimos alguna racha mala de robos en el interior de vehículos, pero ya hace años que no nos entran en casas».