El pequeño adoquín dorado en el número 10 del Portal del Carro mide 10x10 centímetros. El texto solo explica que «Aquí vivió» Joan Tarragó Balcells, nacido en 1914, exiliado, deportado en 1941 a Mauthausen y liberado. Lo que no cuenta la placa es que Joan creó en el campo de concentración una biblioteca clandestina para olvidar el horror, ni las pesadillas que sufrió, ni que la familia se quedó en Francia... Llibert, hijo de Joan, mira la piedra con atención pese a estar rodeado de una nube de personas.
La de Tarragó es la primera de las cinco stolpersteine (palabra en alemán que significa piedra que hace tropezar) que se colocaron ayer en memoria de los tarraconenses deportados a los campos de exterminio nazis.
Son las primeras de un total de 24 que se irán colocando delante de los edificios donde vivieron las víctimas o, si no se dispone de esta información, en espacios simbólicos para la recuperación de la memoria histórica.
Las stolpersteine son pequeños monumentos creados por el artista alemán Gunter Demnig en memoria de las víctimas del nazismo. Cada adoquín es único y se realiza a mano. La demanda que tenía el artista es una de las razones por las que pese a que la colocación estaba anunciada desde 2019 todavía no se había concretado.
55 vecinos de Tarragona
El concejal de Memoria Democrática, Manel Castaño, recordaba que en el año 1945, cuando las tropas aliadas liberaron los campos, más de 5.000 de los 9.500 prisioneros republicanos españoles deportados ya habían muerto asesinatos o por las inhumanas condiciones de vida que había en los campos. Buena parte de los que sobrevivieron no volvieron a España y fijaron su vida en el exilio.
A día de hoy se sabe (es una investigación que sigue en desarrollo) que 55 vecinos de Tarragona, todos hombres, sufrieron todo este odio. De estos, 34 murieron asesinados, 1 desapareció y 20 fueron liberados. Se trata de una cifra considerable si se tiene en cuenta que en aquellos años la población de Tarragona apenas sobrepasaba los 35.000 habitantes. De hecho, la demarcación de Tarragona fue la sexta más afectada de todo el Estado español, con un total de 209 deportados de todas las comarcas.
Ayer también se colocó en el mismo Portal del Carro la stolpersteine en recuerdo de Bonaventura Duart Escuté. En la calle Estanislau Figueres, se pusieron las de Josep Ayxendri Soliano y Joan Llagostera Gavaldà y en la calle Colom, la Salvadó Olivé Saperas.
Salvadó Olivé, nieto del último de los homenajeados, recuerda como el paso del abuelo por Gusen (campo satélite de Mauthausen), donde murió, era un episodio del que no se hablaba en casa. Su tío, de hecho, destruyó la carta de la Cruz Roja donde avisaban del fallecimiento. Olivé ha comenzado a reconstruir la historia de su abuelo y está tirando del hilo ahora que está jubilado.
Las sobrinas de Josep Ayxendri, también recuerdan como su tío nunca quiso hablar de lo vivido en el campo. Solo al final de sus días les explicaría como los días consistían en «picar y picar piedra».
Explicarlo ahora
Al acto de colocación de las primeras piedras acudió el alcalde Pau Ricomà, quien recordó que la actuación de la Alemania nazi «es una monstruosidad que hay que conocer para valorar la irracionalidad de las guerras y valorar un presente y un futuro de convivencia pacífica y democrática».
La Cap de Foment, Educació i Conmemoració del Memorial Democràtic, Teresa Renedo , apuntó que «se trata de un homenaje personalizado, reflexivo, discreto y no monumental, que se quiere erigir en un muro contra la intolerancia y las actitudes antidemocráticas».
Juan Manuel Calvo, presidente de Amical Mauthausen, recordó la importancia de la investigación y dio las gracias a todas las entidades e instituciones que han permitido «este día tan emotivo en el que estos deportados tarraconenses vuelven simbólicamente a a casa». Y recordó la importancia de explicar lo que pasó a las nuevas generaciones en unos tiempos en que la extrema derecha está extendiendo su discurso del odio por Europa.
Durante este mes de abril y el próximo mes de mayo se irán colocando 18 adoquines más. El último será el 1 de junio en un acto de cierre.