Los pactos han sido más que nunca ‘in extremis’, apurando prácticamente hasta el último día. Hoy se constituyen los 184 ayuntamientos tarraconenses después de tres intensas semanas de negociaciones. En 137 de los 184 municipios se lograron mayorías absolutas y el alcalde estuvo claro desde el principio. En 47 ha habido que negociar, ya sea para determinar al alcalde o una probable coalición, o incluso para dejar claro que, en algunos casos, el ganador gobernará en minoría ante la imposibilidad de entendimientos.
En ese tablero complejo, el procés ha irrumpido por primera vez en la negociación política de los pactos para este próximo mandato. La cuestión nacional catalana se ha convertido en una línea roja sobre la mesa, aunque no en todos los lugares, lo que ha mostrado que cada población tiene su idiosincrasia. Sin embargo, no se puede entender estos procesos de diálogo sin lo que ha sucedido en Catalunya en los últimos años.
Sin ir más lejos, ha afectado a Tarragona y Reus, las dos principales ciudades. El auge de ERC en la capital no se entendería sin el procés y sin el criticado papel de Josep Fèlix Ballesteros el 1-O. Tampoco las negociaciones: era impensable un pacto PSC-ERC, pese a que gobernaron hace un tiempo en el Ayuntamiento. En el entendimiento final, sin embargo, no ha supuesto un obstáculo. Las ganas de un cambio han primado sobre la falta de sintonía en el tema entre ERC y los Comunes, que se han apresurado a decir que no se trata de un acuerdo en clave soberanista sino de ciudad.
Distinta situación ha tenido lugar en Altafulla. EINA, la formación ganadora y nombre de ERC en la población, ha pactado con el PSC y con Ara, repartiéndose siete concejalías entre tres partidos y obviando cualquier línea roja en clave secesionista, como ha habido en otros municipios donde las fuerzas independentistas se han plantado a la hora de llegar a acuerdos con partidos que apoyaran la aplicación del 155.
Lo mismo ha pasado en Vila-seca en el inicio de la era ‘post-Poblet’. PSC y Vila-seca Segura (candidatura vinculada a Junts per Catalunya) ensamblan fuerzas priorizando el municipio y salvando diferencias ideológicas.
En Calafell se ha dado, curiosamente, el pacto que no fue posible en Tarragona. El alcalde, Ramon Ferré, del PSC, ha llegado a un acuerdo de última hora con En Comú Podem –y ayer mismo con el PP–. Los socialistas también gobernarán en El Vendrell, con Kenneth Martínez, que se ha entendido con una formación municipalista: la AVP de les Platges i les Urbanitzacions.
La empatía soberanista ha valido en algunos lugares. Sí ha servido para unir a ERC y Junts en Cambrils (junto a Nou Moviment Ciutadà) y reeditar la alcaldía de la republicana Camí Mendoza, en un pacto muy madrugador. También se han unido, por ejemplo, en Santa Bàrbara, donde se ha refrendado un pacto de última hora entre neoconvergentes y republicanos o en Santa Coloma de Queralt. En esa localidad de la Conca de Barberà, ERC ha pactado con Junts.
Sinergias soberanistas
Pero las sinergias independentistas no han valido en Tortosa. ERC irá a la oposición y Meritxell Roigé (Junts), con siete concejales de 21, iniciará el mandato en minoría. Parecida situación se reproduce en Salou. Pere Granados mandará en minoría, y aunque seguirá negociando, su formación, Sumem per Salou, no ha podido llegar de momento a un acuerdo con ERC, el que parecía su socio de gobierno más factible. Mucho más claras han estado las cosas en Amposta, con la clarísima mayoría absoluta de Adam Tomàs (16 escaños logrados de 21 en disputa).
Otro caso resuelto casi a última hora, a sólo tres días del pleno de hoy. Fran Morancho gobernará en solitario, con el apoyo de Plataforma Impulso Miami-Mont-roig (IMM) y la aportación externa de Cs, después de la falta de entendimiento con ERC. También gobernará en solitario Pere Virgili, en Roda de Berà. En Vilallonga del Camp, ERC ha preferido pactar con los socialistas (y con Tots Vilallonga) para formar un tripartito y dejar fuera a Junts.
En ocasiones, la aritmética ha sido complicada, como en El Catllar, donde se ha formado un cuatripartito para que el PSC, la fuerza más votada, no acceda a la alcaldía. Unitat ERC, Mo1-Te pel Catllar, Junts y En Comú Guanyem se ensamblan para hacer alcalde al republicano Joan Morlà. Los pactos han hecho que en algunos lugares no gobierne la lista más votada. En Sant Jaume dels Domenys los acuerdos han permitido, también en clave soberanista, una entente para desbancar a Magí Pallarès (Convergentes), el actual alcalde y ganador de las elecciones. Endavant, fuerza vinculada a Junts, y ERC se suman para compartir la alcaldía. En Castellvell del Camp, se ha registrado otro vuelco de última hora: ERC ha pactado con Ara y no mandará Junts, la lista más votada. Josep Maria Sabaté será el alcalde. En Sarral, otro pueblo donde no había mayoría absoluta, la negociación se ha alargado hasta pocas horas antes del pleno decisivo. Junts, ganador en las urnas, ve cómo Fem Poble (ERC) y la FIC se unen para alcanzar el poder.
Uno de los casos más peculiares se ha dado en La Selva del Camp, también en el último momento: PSC y ERC se han puesto de acuerdo para reeditar su pacto y desbancar a un partido soberanista, Junts, que además había sido la fuerza más votada el 26-M.
Otro caso particular es el de La Pobla de Montornès: ahí Esquerra se ha juntado con Centrats, la nueva formación del actual alcalde, Josep Maria Santamaria, exsocialista. Centrats es una coalición formada por Lliures i Convergents, escisiones de Convergència i Unió.
Más allá de la coyuntura soberanista, los partidos municipalistas han sido claves en algunas localidades: la agrupación +Bellvei y el PSC han firmado un acuerdo de gobierno en Bellvei y Un Nou Banyeres y En Comú Guanyem lo han hecho en Banyeres del Penedès. En Creixell, hasta última hora no se dio a conocer el tripartito, entre Junts, ERC y Units x Creixell-FIC, que permite a Jordi Llopart un acuerdo de gobierno para iniciar su tercer mandato. También hasta el tiempo de descuento se negoció en Cunit, otro de los grandes municipios, donde el PSC ha acordado un acuerdo con Impulsem Cunit, una marca ligada a Junts, en el enésimo ejemplo de que el soberanismo no ha evitado que partidos con posturas opuestas se entiendan en los salones de plenos.