Cuando todavía quedaba media hora para el inicio de la Diada Castellera de Sant Magí ya no cabía ni un alfiler en los alrededores de la Plaça de les Cols, donde la Colla Jove Xiquets de Tarragona, los Xiquets de Tarragona, la Colla Castellera Sant Pere i Sant Pau y los Xiquets del Serrallo iban a actuar con total normalidad en el día del patrón de la ciudad tres años después. El Carrer Major, de punta a punta, y el Carrer Merceria estaban a rebosar, y las escaleras de la Catedral, a modo de grada, también.
En el ambiente se respiraba la ilusión que supone para una ciudad entera poder celebrar de nuevo una fiesta mayor como las conocíamos, y que tiene como plato fuerte, entre otros, la diada castellera del día 19 al mediodía. Un ambiente festivo al que le pusieron ritmo los ‘tocs d’entrada a plaça’ de los ‘grallers’ y ‘gralleres’ de las diferentes colles. La actuación estaba a punto de empezar.
Muchas de las personas del público eran turistas que no se querían perder el espectáculo, y se notaban las ganas y la emoción de muchos de ellos, conscientes de estar a punto de presenciar una actividad Patrimonio de la Humanidad. Una de estas turistas era Karolina, polaca que ya había visitado Catalunya, Barcelona concretamente, pero que estaba en Tarragona por primera vez y que nunca había disfrutado de las ‘human towers’, torres humanas en inglés, que es como se conocen los castells en el extranjero. Antes de que comenzara la actuación, aseguraba que «he visto castells en fotos, sobre todo en guías turísticas, así que tengo ganas de ver en persona las torres de más de cinco y seis metros de altura con los niños en lo más alto». «Pienso que es muy complicado construir estas estructuras, se necesita mucha fuerza y habilidad», añadía Karolina, que reiteraba lo emocionada que estaba por ver por primera vez «algo totalmente diferente, nunca he visto nada igual».
Margarita, catalana y que ha visto castells desde pequeña, invitó a dos amigas de Murcia y de Extremadura, Pilar y Margarita a la Diada de Sant Magí. Estaban en el Carrer Major. Tras ver la primera ronda de actuaciones, Margarita reconocía que «me pone la piel de gallina, los vivo con mucha emoción». Pilar y Mercedes lo calificaban de «impresionante», y reivindicaban que «hay que favorecer estas tradiciones para no perder la identidad, eso es muy importante en cada tierra».
De Zaragoza venía Gerardo Molpeceres. Ya había estado en Tarragona y no era la primera vez que veía castells, pero sí se estrenaba en una Diada de Sant Magí. «Me gustan mucho, me parece muy chulo como un grupo de gente va soportando todo el castillo desde abajo y la relación entre ellos, cuando tiemblan, cómo los de abajo les animan, etc.», explicaba, y añadía que «es muy emocionante ver una actuación en este emplazamiento, con la Catedral en el fondo, y pensar que aquí estaba el foro romano, da gusto».
Afición castellera
Paralelamente a los turistas que desconocen los castells o han vivido algunas diades contadas, están aquellos que no se pierden ni una, y menos las grandes, como lo es la de Sant Magí. Es el caso de Sergi Caballé, vecino de Torredembarra y casteller de los Nois de la Torre, que acudió ayer a Tarragona. «Hemos venido varios amigos porque somos castellers y nos gustan mucho los castells, seguimos mucho las diades grandes, y volver a vivir una como la de Sant Magí es muy chulo». Asimismo, destacaba lo especial que tiene la Diada de Sant Magí: «Se trata de una plaza con mucho desnivel, es una actuación lenta y calurosa porque las colles van entrando y saliendo para actuar todas en el medio, y esto hace que sea una diada para valientes y para gente a la que le gustan mucho los castells», y añadía que «estamos muy contentos de volver a estar aquí y ver como las colles de Tarragona no paran». En relación a los dos años de pandemia, que Caballé calificaba de «paréntesis», el torrense celebraba que «es bonito ver como la gente a quienes realmente les gusta los castells siguen tirando adelante y las colles siguen buscando gente nueva para continuar haciendo castells».
De la misma forma, Iván González, que había sido casteller de Sant Pere i Sant Pau y de la Jove, estaba muy emocionado de poder volver a disfrutar de los castells por Sant Magí: «Se nota en el ambiente que había muchas ganas de volver a vivir los castells». Y añadía: «Desde dentro se vive diferente, con mucho sufrimiento y cuando lo descargas con mucha euforia».
Desde Lleida venían Anna y Mònica. La segunda había estudiado en Tarragona y ya había vivido diades como la de Sant Magí y la de Santa Tecla, con lo que convenció a su amiga para venir a ver la de ayer. «Son actuaciones fantásticas, en Lleida también hemos visto castells pero no de este nivel», celebraban, aunque destacaban que «el espacio es un poco agobiante, somos más partidarias de la Plaça de la Font».
Con vistas privilegiadas
Seis personas tuvieron la suerte de poder disfrutar de la Diada de Sant Magí con vistas privilegiadas y sin el agobio que comentaban las amigas de Lleida. Lo hicieron desde los balcones del Antic Ajuntament, ubicado en el Carrer Major, tras proclamarse ganadoras del sorteo que cada año organiza el consistorio.
Paqui Benavente y Jordi Colomé, vecinos de Icomar, explican que participaron en el concurso ‘in extremis’ y que se pusieron muy contentos al conocerse ganadores. «Desde abajo son muy emocionantes, pero es que desde arriba impacta mucho y se sufre más», aseguraba el matrimonio. Montse Guardia y Jordi Pallàs, vecinos de Tarragona, destacaban que «a parte de la comodidad, se ve el castell desde otra perspectiva muy diferente y es curioso observar como se monta toda la pinya». Finalmente, Vanessa Sierra y Montserrat Cassany, con la pequeña Carlota, de dos años, disfrutaron viendo «tan de cerca» una Diada de Sant Magí de la que tenían «muchas ganas».