«Estamos trabajando ya para la nueva situación, empezando por que tendremos que ajustar el presupuesto y las inversiones», admite Miquel Àngel Ribes, alcalde de Ascó. El edil hace números a menos de una década vista: sin la energía nuclear el presupuesto del consistorio se reducirá un 80%.
El desafío es amortiguar ese descenso: «De entrada es un perjuicio pero también un reto. Nos jugamos mucho y vienen años importantes. Si no actuamos, destruirá la economía del territorio, así que tenemos que generar una economía alternativa y diversificada, y para eso hay que poner ya las bases».
Ribes admite que «será un proceso dificultoso, porque vivimos en zonas rurales donde las infraestructuras no son las mismas que en otros lugares, así que tendremos que poner esfuerzos en mejorar los servicios y hacer una zona más atractiva, para evitar que haya empresas que se marchen o que tengan que cerrar».
Invertir para reindustrializar
El Fons de Transició Nuclear debe ser una ayuda. «Se trata de invertir para reindustrializar la zona y que, de alguna forma, haya una discriminación positiva para que las empresas decidan implantarse aquí y no en las zonas metropolitanas de Tarragona o Barcelona. Hay que tener en cuenta que hablamos de más de 3.000 puestos directos, entre Vandellòs y Ascó. No solo nuestro municipio se puede ver afectado, sino varias comarcas».
La apuesta por las renovables y la sostenibilidad es otra de las líneas a seguir. La misma filosofía se aplica en L’Hospitalet de l’Infant i Vandellòs, donde el destino de esos fondos va a ser claro, como indica Assumpció Castellví, la alcaldesa: «Vamos a ayudar siempre al tejido empresarial, al comercio y a la industria, para seguir generando puestos de trabajo y riqueza y poder suplir todo aquello que ya no tendremos. El objetivo es que las empresas no se marchen y que no se pierdan empleos. También queremos retener el talento que hay».
Castellví asume que «a nivel municipal habrá muchos gastos que tendremos que ir reduciendo pero intentaremos compensar, con un futuro basado en una diversidad de actividades, apostando también, por ejemplo, por la economía azul».
Una cierta resignación
Estas poblaciones están obligadas a ello, con más o menos grado de resignación. «Los cierres son estrategias de Estado, planes basados en el interés general. Nos tenemos que adaptar. Poco margen nos queda. Lo que sí pedimos es seguridad al máximo para nuestra población, en todos los ámbitos, y también en el de la nuclear», añade Castellví.
Desde Ascó, el máximo representante municipal celebra que el nuevo plan haya permitido postergar el cierre de las nucleares más allá de 2028, «algo que se adecúa más a la realidad y que posibilita que se pueda planificar mejor todo y proyectar los desmantelamientos». Ribes recalca que «los cierres de los reactores no es algo que pidamos» y reivindica que «las decisiones que se tomen en cuanto a los calendarios de las centrales siempre sean valorando los aspectos técnicos y no ideológicos».