«No solo están por todas partes, sino que se han vuelto más atrevidas. Casi tengo que compartir con ellas mi croissant», dice una mujer mientras intenta sin éxito que una paloma deje de rondarla en una terraza de la Rambla Nova.
Parece una anécdota, pero la proliferación de estos animales se ha convertido en un problema de primer orden en lo que se refiere a la limpieza de la ciudad. Cada año, de hecho, se gastan 370.000 euros en limpiar sus excrementos según los cálculos que hace el Departament de Neteja del Ayuntamiento de Tarragona.
Y es que, como reconocen los técnicos del propio departamento, pese a que en los últimos años se han incrementado los esfuerzos por controlar la población y se han ensayado alternativas (como el pienso anticonceptivo) no han sido suficientes para atajar el problema de la superpoblación. Para muestra un botón: desde febrero del 2020, año en que entró en funcionamiento el contrato actual, se han capturado 28.850 ejemplares, pero la percepción ciudadana y del propio equipo es que no ha sido suficiente.
El contrato vigente llegó después de que la ciudad estuviera atendiendo al problema con contratos menores debido a problemas administrativos. Se esperaba que al aumentar significativamente las capturas la población se controlaría pero no ha sido así.
Actualmente hay en funcionamiento en la ciudad 56 jaulas de captura en los tejados de edificios. La mayoría son públicos, pero también se instalan en privados si se detecta que hay un problema. Los técnicos de Sedesa, la empresa que presta el servicio, retiran los animales de las jaulas cada dos días y se cercioran de que tengan siempre agua y alimento. Una vez capturadas, un veterinario las evalúa y las que están enfermas (generalmente por parásitos o pulgas) son sacrificadas. Suelen ser la mayoría.
La colocación de las jaulas, no obstante, se hace de la manera lo más discreta posible, reconocen desde Neteja, porque en varias ocasiones las han boicoteado.
Además de las capturas también se retiran nidos, tanto por iniciativa de los técnicos como en respuesta a las instancias de los ciudadanos. Desde 2020 se han quitado 5.500.
El contrato, que es por 128.000 euros anuales, era por dos años ampliables con dos prórrogas de dos años cada una. La primera de las prórrogas vence en febrero de 2024 y la intención es tratar de no ir a una segunda sino de sacar un contrato nuevo que implique otro tipo de medidas. Así lo explicaba la concejala de Neteja, Sonia Orts, quien apuntaba que se trata de «una prioridad».
Paralelamente el contrato contaba con otro lote (18.000 euros al año) para poner en marcha un proyecto piloto con pienso anticonceptivo. Era una solución ampliamente reclamada por las asociaciones animalistas que defienden que es un tratamiento más ético. Se instalaron seis dispensadores en tres puntos del centro de la ciudad. El problema, explican los técnicos, es que para que el pienso sea efectivo se necesita que cada animal ingiera unos 8 gramos de este alimento, algo que en Tarragona es prácticamente imposible de garantizar debido a la cercanía del Port de Tarragona donde tienen acceso a cantidad ingente de cereal.
Es por eso que, pese a funcionado en otras ciudades, aquí no hay intención de renovar el contrato cuando se acabe la primera prórroga en enero de 2026.
Cambio de estrategia
Para decidir la estrategia a seguir desde el equipo de Neteja están contando con la asesoría de dos expertos que coinciden en que es crucial que los animales no tengan alimento a su alcance. Para ello, señalan, es clave la colaboración del Port de Tarragona, con quien esperan llegar a acuerdos tal como anunció el propio alcalde.
El departamento ha contratado a empresas externas censos de palomas y otras aves en la ciudad en los años 2019, 2021 y 2022. En el último se contabilizaron 15.873 palomas, aunque hacen la salvedad de que la cifra es un estimado en base a los animales observables y no se cuentan los que se refugian, por ejemplo, en locales abandonados. También destacó que el número de tórtolas (una especie protegida) no ha parado de crecer en estos años.
En el censo también se identifican los flujos que siguen las aves y queda en evidencia como viajan desde el Port no solo a la ciudad de Tarragona, sino también en dirección a Reus o Vila-seca.
A esto hay que sumar las personas que, por su cuenta, se dedican a alimentar a las palomas. Han contabilizado una veintena, pero podrían ser más.
Consultados respecto al acceso al alimento, desde el Port de Tarragona aseguran que hace años que todas las naves donde se almacenan cereales tienen medidas para restringir el acceso a las palomas. Además, explican, cuando el cereal se traslada a los camiones las concesionarias están obligadas a limpiar cualquier residuo que quede en el muelle de operaciones. El Port, por su parte, realiza una limpieza con máquinas barredoras cuando acaba el proceso.
Para el Port, señalan las fuentes de la autoridad portuaria, es importante mantener este control por motivos sanitarios y están dispuestos a coordinarse en lo que haga falta con el municipio.
Sanciones a edificios vacíos
Además de controlar el acceso al alimento, la otra prioridad será actuar sobre los sitios que hacen de palomares, como los edificios abandonados. Para ello han abierto expedientes a sus propietarios. Abrieron 35 expedientes en 2021 y 9 en el 2022. En ellos se hace un requerimiento para que pongan las medidas para que las palomas no nidifiquen. Si no actúan se imponen sanciones de manera progresiva que pueden llegar hasta los 3.000 euros.
Es el caso del edificio de una antigua fábrica de hielo en la Part Baixa donde en vista de que no se ha hecho caso a ninguna de las sanciones el Ayuntamiento va a iniciar por primera vez una ejecución subsidiaria. Esto quiere decir que entrará con la Guàrdia Urbana, la brigada y una empresa especializada a limpiar los excrementos, sacar los animales y colocar una red. Luego pasará la factura a los propietarios.
Reconocen, no obstante, que se trata de una solución compleja desde el punto de vista burocrático ya que en muchas ocasiones los dueños de los locales son personas que no viven en la ciudad o son de bancos o fondos buitre. Por eso, señalan, no han podido iniciar nuevos expedientes. Con todo hay 16 que se han resuelto favorablemente y dueños que han respondido de manera ejemplar colocado mallas que no permiten que entren los animales pero a la vez no tienen impacto visual. Es el caso de una propietaria de la Rambla Nova.
Finalmente la tercera pata de las actuaciones será actuar directamente en las zonas donde hay quejas ciudadanas. De hecho los vecinos que tienen problemas con las palomas actualmente pueden llamar al teléfono verde. Si el caso lo amerita, la empresa encargada del servicio visita el domicilio. Además de ver si hay problemas en la zona pueden sugerir medidas a tomar en cada caso para evitar las molestias.
El 977 296 222 es el Telèfon Verd del Ayto. de Tarragona. Desde Neteja animan a los vecinos con problemas con las palomas a dar aviso. También por correo: mediambient@tarragona.cat