Hace años que el barrio del Serrallo ha perdido su tejido comercial. Si echamos la mirada veinte años atrás, veríamos más de una quincena de negocios en sus calles, desde peluquerías hasta colmados, pasando por quioscos, farmacias y estancos. El comercio formaba parte de la personalidad del barrio y en esas tiendas pasaban cosas, había vida propia. Pero eso ya forma parte del pasado. Ahora, la situación es muy distinta. A penas encontramos una panadería, un supermercado y un salón de estética. Los vecinos del barrio se ven obligados a cruzar el puente para todo. Si quieren sacar dinero en un cajero deben desplazarse hasta la avenida Ramón y Cajal, y si quieren ir a la farmacia, a la calle Jaume I. Estos solo son algunos ejemplos.
El tema de la falta de comercio centra las conversaciones en el barrio en los últimos días. El motivo es que desde el Ayuntamiento se ha encargado un estudio para impulsar los negocios de artesanía en el barrio. Los vecinos aseguran que el concepto artesanía les genera cierta «incertidumbre». Tienen miedo de que el Serrallo se acabe convirtiendo en un barrio turístico, con las típicas tiendas de pulseras, collares, imanes y otros souvenirs.
Buena parte de los vecinos entrevistados por el Diari aseguran que preferirían negocios de más proximidad, de aquellos que consiguen cubrir las necesidades básicas de la población, como pueden ser una farmacia, un quiosco, un cajero automático o un colmado.
Por su lado, el Ayuntamiento trabaja para que los locales vacíos del Serrallo –que algún día albergaron comercios– vuelvan a abrir sus puertas. Para ello, el Departament de Comerç ha encargado un estudio que determine, en primer lugar, el censo de locales vacíos. A partir de aquí, se pondrán en marcha políticas públicas que sirvan para fomentar «la apertura de tiendas de artesanía, siempre alineadas con la personalidad del barrio y de la mano de sus vecinos», explicaba hace unos meses la concejala de Comerç del Ayuntamiento de Tarragona, Montse Adan.
La iniciativa nace a raíz de las obras de urbanización que se están haciendo en el barrio y que verán la luz en las próximas semanas. El Serrallo, con esta mejora, dará un giro de 180 grados. El Ayuntamiento cree que es el momento perfecto para dinamizar el comercio en sus calles.
El anuncio ha generado dudas entre los vecinos, quienes tienen claro que no quieren que el barrio se convierta en una zona turística. «Nos gustaría mucho recuperar el tejido comercial, el problema es que no acabamos de ver claro que una tienda de artesanía sea la mejor propuesta», explica Sisco Cobo, presidente de la Associació de Veïns del Serrallo, quien añade que «nosotros apostaríamos más por un comercio de proximidad, donde encontrar productos frescos, como carne o pescado».
Además, Cobo tiene dudas sobre si el Serrallo resultará bastante atractivo para los artesanos y emprendedores. «Quizás este tipo de tiendas pueden tener éxito de viernes a domingo. Pero no me lo imagino una tarde de martes, en noviembre...», añade.
La opinión de Cobo es compartida por buena parte del barrio. María, de 87 años y vecina de la calle Espinach, recuerda con nostalgia los tiempos pasados. «No sé si algún día volveremos a tener tantos negocios en el barrio. Pero lo mínimo es que los gobiernos fomenten la creación de comercios que nos cubran nuestras necesidades básicas», dice María, quien relata como se ve obligada a desplazarse al centro de Tarragona para ir al banco o comprar producto fresco.
«Estoy de acuerdo que pongan tiendas de artesanía o lo que quieran, pero debería ser un a más a más», dice Rafel Lluís, otro vecino del barrio, quien quiere dejar claro que «lo que no queremos bajo ningún concepto son bares de copas o discotecas». Justo Velilla, otro serrallenc, asegura que «hay más de 600 personas mayores en el barrio que necesitan soluciones».
Nostalgia comercial
El quiosco Cal Matias, los colmados Ca Titella y Ca la Tecla, la tienda de ropa Rioné o la juguetería de la Xurrera, son algunos de los comercios que han quedado en el recuerdo de los vecinos del Serrallo.
En los últimos años, el barrio ha visto cerrar casi todas las tiendas. El motivo tiene que ver con la bajada del número de embarcaciones. Antes, había unas cien y pico, entre las del arrastre y las del cerco. Cada una de ellas llevaba entre seis y ocho marineros. Todo ello generaba una actividad económica importante para el barrio. Y es que, en la mayoría de casos, los pescadores compraban los ingredientes para el ranxo en los negocios del Serrallo. Ahora, no llegan ni a una treintena de embarcaciones, y como es lógico, el número de marineros también ha bajado.
La presencia de grande superficies alrededor del barrio tampoco ayudó a tirar adelante los comercios del Serrallo. Sin ir más lejos, hace unos años, cerraba la última mítica carnicería del barrio, la Gervasio. Pese a ello, los vecinos siguen teniendo la esperanza de conseguir revitalizar comercialmente el barrio del Serrallo. Piden ayuda a las administraciones.