Si algo bueno tuvo la pandemia es que permitió a las familias incrementar sus ahorros para disponer de un colchón. Un colchón que está empezando a deshincharse. La inflación es el último escollo de una larga serie que ha provocado que los tarraconenses tengan que empezar a tirar de lo ahorrado.
Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de ahorro del conjunto de España en 2022 se sitúa en un 7,1% de media. Destaca el 3,3% del tercer trimestre, un dato al que no se llegaba desde 2007. En 2021, por ejemplo, la media fue de un 13,8%, mientras que, en 2020, llegó al 17,8%. Es decir, por cada cien euros que ingresan, los españoles ahorran ahora diez menos que en 2020.
Hay que destacar que, al verse reducida la posibilidad de consumo en la pandemia, es normal que se ahorrara más en 2020 y que, en 2021, con la recuperación de la actividad, se redujera la capacidad de ahorro –entre ambos años, el ahorro bruto del conjunto del país fue de 242.881 millones de euros–.
Según Antoni Cunyat, profesor colaborador de los estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), «durante la pandemia, los que más ahorraron fueron las personas con rentas medias y altas; las familias de rentas bajas se vieron muy afectadas, por lo tanto, la bolsa de ahorro que queda depende de la capacidad adquisitiva». Antonio Terceño, catedrático en Economía Financiera de la Universitat Rovira i Virgili (URV), lo confirma: «Los sectores que más afectados se vieron fueron el ocio y la restauración».
«La tasa de ahorro española se sitúa muy por debajo de la de la zona euro y la Unión Europea», especifica Cunyat. La de la zona euro fue de un 13,2% en el tercer trimestre de 2022. En el conjunto de la Unión Europea, el dato marcó un 12,4%. La media europea ahorra casi el doble que España. Tal como explica el presidente de la sede de Tarragona del Col·legi de Economistes de Catalunya, Miquel Àngel Fúster, «la media de ingresos es inferior en España». Terceño indica que «es una situación estructural, pero tiene un matiz, y es que, en España, lo que podría ser ahorro, se dedica a la vivienda, cosa que no pasa en otros países europeos».
«La situación está haciendo mella en las familias, que ahorran menos y a su vez pierden poder adquisitivo por la inflación, puesto que los salarios no están subiendo en la misma proporción que los demás productos», añade. La inflación, ese problema con tantas patas. «Sin duda, es el principal motivo que causa la disminución del ahorro, ya que la gente debe gastar más partiendo de lo mismo», confirma Terceño. «El precio de la electricidad también ha implicado que caiga el ahorro», comenta el director de operaciones y de desarrollo de negocio de la compañía Rastreator, Álvaro Bas.
En términos macroeconómicos, el consumo ya se está viendo algo reducido en estos últimos meses, aunque de forma sostenida. Este suceso puede desembocar en que se congele la subida de precios para que el consumo se mantenga. «La cosa también es muy asimétrica, ya que hay productos de primera necesidad que no van a dejar de consumirse», asume Cunyat. «El gasto en productos básicos es del 25% en España, superior a la media europea», afirma Fúster. Además, la subida de los tipos de interés es otro de los factores que ha causado que ahora se gaste más por lo mismo.
«El consumo ha bajado, es una realidad. ¿Esto puede provocar una bajada de precios y controlar la inflación? Sobre el papel, sí, pero yo creo que, si existe el efecto, será muy lento», prevé Terceño. El consumo seguirá decreciendo, según las previsiones, pero los precios serán relativamente inelásticos. «Es una situación especialmente perversa con los más desfavorecidos», indica Fúster.
La diferencia con 2008
La crisis económica derivada de la burbuja inmobiliaria también redujo el consumo. Justo antes de la explosión, la tasa de ahorro de los españoles era del 5,6%, un dato que había venido reduciéndose desde el 11% del año 2003. En 2009, tras el estallido de la economía, se ahorró un 11,3% –el dato más alto hasta el 2020–. A partir del 2012, la cantidad fue disminuyendo.
La subida de la tasa de ahorro en 2009 y en 2020 no se produjo por el mismo motivo. Si bien es cierto que ambas estuvieron relacionadas con una crisis económica, el ahorro de la pandemia se produjo por una imposibilidad de gastar en ocio u otras actividades, mientras que, en 2008, se llevó a cabo por un ‘efecto precaución’, ya que, según los expertos, había más miedo a perder el trabajo.
«En la explosión de la burbuja, la Unión Europea apostó por una salida más restrictiva, que tuvo repercusiones más graves porque fue una crisis mucho más fuerte; en cambio, esta vez, se ha optado por una política expansiva», argumenta Terceño. Entonces bajaron los ingresos, ahora suben los precios. El resultado fue el mismo: pérdida de poder adquisitivo.
Por su parte, la renta disponible bruta, que se calcula a partir de la renta bruta más el saldo de las transferencias corrientes, fue de 817.536 millones de euros en 2022 en el conjunto del Estado español. Un dato que mantiene una tendencia alcista. «El impacto del conflicto en Ucrania también provoca que la renda disponible baje levemente; todo se encarece mientras el dinero disponible baja», explica Cunyat.
Para José Félix Izquierdo, economista de BBVA Research, «con el aumento de la inflación y de los tipos, los ciudadanos se enfrentan a unas expectativas de ingresos contenidos, a un aumento considerable de sus gastos y a un crecimiento de la carga financiera».
Las previsiones de Funcas indican que, en 2023, la tasa de ahorro será del 4,8% y en 2024 del 4,9%. Unos pronósticos que no invitan al optimismo: «El crecimiento del PIB retrocederá en 2023, fundamentalmente debido a que la mayoría de hogares ya no disponen de un colchón de ahorro para sostener su gasto en consumo», sostienen. Si la inflación no se relaja, muchos tendrán que continuar haciendo malabares para llegar a fin de mes.