Los vecinos de Sant Pere i Sant Pau deberán esperar, por lo menos, otro año más para ver como el barrio dispone de una biblioteca pública. El Ayuntamiento de Tarragona presentó el proyecto en diciembre de 2020 y, calculando que la licitación de la redacción de éste saldría en enero de 2021, estimaron que el nuevo equipamiento estaría listo antes de que acabara este año. La realidad es que el consistorio todavía no dispone de la aprobación de la Generalitat de Catalunya del plan funcional, un ‘ok’ que prevé recibir próximamente, requisito imprescindible para entrar en la red pública de bibliotecas de Catalunya y el borrador del cual fue mandado por el Ayuntamiento al Govern el 12 de julio. Paralelamente, el gobierno municipal trabaja en los pliegos administrativos para abrir el concurso público de la redacción del proyecto en las próximas semanas. Según fuentes municipales, la pandemia de la covid-19 y el cambio en el gobierno municipal han sido los causantes de la demora. «Los primeros cálculos de calendario no se hicieron en función de la capacidad de asumir proyectos después del parón y el colapso por la pandemia», defienden. La biblioteca se ubicará en unos bajos del Bloc Sant Magí con una superficie de 800 m2. Con todo, los presupuestos municipales de 2021 contemplaban una partida de 190.000 euros para este nuevo espacio, dinero que se traspasará a las cuentas de 2022.
Todo empezó a finales del 2019, cuando el Ayuntamiento decidió cerrar definitivamente el Punt de Lectura del barrio. Se trataba de un espacio de 170 m2 en unos bajos del Bloc Europa que, según fuentes municipales, no tenía división arquitectónica y no cumplía ninguno de los requerimientos para entrar dentro del Sistema de lectura pública de la Generalitat. Ni en superficie, ni en fondos, ni con dotación de personal. Aseguran que sufría un gran déficit estructural y funcional y se encontraba en condiciones muy deplorables. Por un lado, había una gran máquina de aire acondicionado estropeada desde hacía muchos años ubicada en una pequeña sala de donde no se sabía a ciencia cierta si contenía elementos cancerígenos y las paredes de cristal exteriores, algunas de ellas rotos por actos vandálicos desde el exterior que estaban sin arreglar, provocaban problemas de aislamiento acústico y térmico. Se utilizaban calefactores eléctricos que hacían saltar los plomos continuamente por falta de buena instalación eléctrica y los lavabos y la mala manutención del alcantarillado potenciaban humedades, filtraciones y olores en la sala, lo que hizo que una plaga de cucarachas llenara el almacén y las estanterías.
Con todo, desde que fue adquirido en 2007 por el Ayuntamiento de Tarragona, pues había sido fundado por Caixa Catalunya, nunca ha habido una partida presupuestaria para mejorar las instalaciones y solo se hacían reparaciones de urgencia, lo que provocó que el espacio su fuera deteriorando progresivamente. Ante esto, el alcalde Pau Ricomà decidió cerrarla a finales de 2019 y apostó por la construcción de una biblioteca municipal.
No obstante, aunque la primera previsión fue que estaría acabada a finales de este año, se tardará por lo menos otro año más. El consistorio calculó que el proyecto seria en realidad un año después de licitar la redacción del proyecto, que se debía llevar a cabo a principios de 2021. Un concurso que todavía no se ha iniciado y que se estima que se haga en las próximas semanas, antes de 2022.
A todo esto, la concejala de Cultura del Ayuntamiento, Inés Solé (CUP), defiende que «la situación del Punt de Lectura es deplorable y en 12 años el gobierno anterior no hizo nada. La biblioteca de SPiSP es una apuesta firme de este gobierno y una de las mayores inversiones de cara al próximo año. En poco tiempo hemos recuperado un local en desuso y ya se está trabajando en el proyecto, pasando de 170 m2 a 800 m2» y añade que «esta opción nunca había estado sobre la mesa antes y se condenaba el barrio a una sala de lectura insalubre y pequeña. El nuevo espacio cultural es una necesidad urgente para los vecinos».