Natural de Córdoba, Antonio Luque llegó a Tarragona con solo cuatro años. Aunque viene del mundo del diseño gráfico, en el que ha trabajado durante dos décadas, actualmente solo se dedica a las artes visuales, especialmente a crear instalaciones. Desde hace nueve años codirige el espacio de arte contemporáneo La Grey junto a Antonio Luque, Lídia Porcar, Francesc Roig y Juan Carlos Lozano. Se trata de una asociación sin ánimo de lucro sita en la Part alta de la ciudad, «un espacio de resistencia», como lo cataloga Luque, en el que realizan un trabajo intenso en sus no más de 30 metros cuadrados.
¿Con qué finalidad nació La Grey?
Con el objetivo de dar voz a artistas de largo recorrido que por algún motivo se habían quedado fuera de los canales comerciales e institucionales.
¿Y los noveles?
En estos nueve años han colaborado en el espacio más de un centenar de personas, desde escritores a críticos o fotógrafos. Y las actividades se han ido diversificando de tal manera que ahora es un espacio muy ecléctico y también traemos a gente muy joven. En ocasiones, las exposiciones son ensayos para ver cómo reacciona el público a ciertas propuestas sin que el artista se descapitalice, ya que un espacio mucho más grande te obliga a gastar un montón de dinero sin saber si la exposición va a funcionar.
¿Y cómo reacciona?
A la gente siempre le cuesta entrar a una galería de arte.
¿Por qué?
Piensan que les vas a vender. Y aunque se vende, lo importante es hacer pedagogía. Nosotros no somos una galería comercial, sino expositiva. Estamos dentro de espacio de resistencia. En un momento en que el mercado del arte se ha hundido, es muy difícil encontrar visualizaciones de tu propia obra. Entonces, este es un espacio de resistencia ante un mundo del arte que está en decadencia totalmente.
¿La pandemia ha tenido algo que ver?
La caída se debe a la crisis de 2008, que arrasó con todo. Aunque también hay que decir que los precios en el mundo del arte estaban muy inflados. Ahora se podrán comprar obras a precios casi tirados, que anteriormente parecía que eran valores intocables.
¿El arte pierde valor?
Sí. Ha perdido mucho valor. No era un valor seguro como nos hacían creer. Además, muchas veces se fijaban precios desorbitados a obras de artistas noveles, que posteriormente por diferentes motivos han desaparecido o no han seguido interesados en trabajar en este mundo.
Entonces, ¿es el momento de comprar obras?
Más que decir si es el momento o no de comprar, yo creo que tenemos que perder el miedo a comprar arte porque no es caro.
Depende. Un Picasso por ejemplo...
Un Picasso no te lo vas a comprar en la vida. Además, es una ordinariez. Es decir, la mayoría de personas que se compran un Picasso es para mostrar el poder económico que tienen. Por lo tanto, me parece absurdo. Tenemos que guiarnos por las emociones. Y muchas veces lo más importante no es el lado físico de la obra, sino lo que representa la pieza en sí.
¿Qué quiere decir?
Igual que un Picasso o un Miró representan el poder hoy en día, hay muchos lenguajes que están mucho más cercanos a lo que puede ser nuestro comportamiento diario. Y cada vez que veas la obra colgada en la pared te seguirá emocionando porque será muy cercana a ti, tendrá elementos que son tuyos, de tu propia vida. No de la vida de los parisinos en la bohemia, que no lo era tanto, de principios del siglo XX.
Antes ha hablado de pedagogía. ¿Es necesaria en el arte contemporáneo?
Sí. Muy importante. Nosotros en La Grey acompañamos al visitante, explicamos el contenido de la exposición, producimos una hoja de sala, así como una revista. Es decir, hacemos esta pedagogía del arte contemporáneo.
Porque no siempre se entiende.
Se puede entender desde muchos ámbitos. El arte contemporáneo habla del momento actual, de nuestros miedos, de nuestro trabajo, de cómo el mundo está colapsando. Los mensajes son muy claros. Eso sí, el camino no lo es tanto. Es como los escritores, algunos utilizan lenguajes más populares y otros más crípticos.
O algunos poetas.
Personalmente contemplo el arte como un hecho poético. Deja de tener un valor mercantilista, que es lo peor que le puede pasar al arte, buscar solo un valor mercantil. Debe crear un lenguaje propio en el que destile todo lo que el creador quiere.
¿El objetivo de La Grey se ha cumplido?
Se está cumpliendo. Son nueve años de un trabajo muy intenso sin apoyo de ningún tipo, ni de los medios locales ni institucionales. Todo lo contrario, ha habido un menosprecio hacia nuestra labor. Pero pasamos de todas estas instituciones que creen que no somos nadie y seguimos trabajando como hasta ahora.
¿Cómo ve el panorama del arte contemporáneo en Tarragona?
En relación a la cultura contemporánea espero que mejore porque ha sido desastroso y sigue siéndolo. La ciudad de Tarragona tiene un problema que es el Patrimonio, que se come cualquier otra posibilidad de cultura. Por lo tanto, o desechamos algo de Patrimonio para no cargar con la losa que nos está enterrando a todos o buscamos otros sistemas para que se llegue a todo el mundo. Si hubiera más actividades de cultura contemporánea a lo mejor habría más gente que iría a ver espectáculos que aportaran algo nuevo y no solo los que imponen los programadores.