Laura Gil tiene 17 años y las cosas claras: «quiero trabajar con los chefs más importantes y voy a hacer lo posible para conseguirlo», dice. El suyo no ha sido un camino sencillo porque no terminó la educación obligatoria. No obstante, encontró una nueva oportunidad en uno de los programas de formación e inserción (PFI) que desde hace ya casi tres décadas organiza el Institut Municipal d’Educació, IMET, en colaboración con el Departament d’Educació de la Generalitat.
Una vez acabado el PFI, que dura un año, Laura está estudiando en la Escola d’Hoteleria i Turisme de Cambrils. «Lo que aprendí en el PFI me ha servido mucho, pero sobre todo allí encontré la motivación para seguir estudiando. Sabía que me tenía que esforzar, sacar buenas notas, así que cuando vi que me habían aceptado en Cambrils no me lo podía creer. Además he hecho prácticas en un restaurante donde después he trabajado tres meses. Me hizo mucha ilusión porque fue la oportunidad de tener más experiencia», relata.
Adquirir hábitos
Sebastià Vendrell, tutor del PFI desde hace 18 años, explica que para muchos jóvenes que no se sacaron la ESO el programa es una plataforma, una nueva oportunidad. Los motivos por los que no superaron la educación obligatoria son variadísimos, desde una enfermedad a problemas familiares o de falta de interés.
El año que están en el programa, además de obtener conocimientos concretos (hay dos programas; uno de auxiliar de fabricación mecánica e instalaciones electrotécnicas y otro de auxiliar de hotelería, cocina y catering) reciben una orientación personalizada.
Se insiste en que consigan unos hábitos que luego serán importantes en la vida laboral como por ejemplo asistir a clases a tiempo, habiendo desayunado y descansado lo suficiente...
Aunque se dan conocimientos para la inserción laboral, el principal objetivo es que, como ene le caso de Laura, sigan estudiando. Vendrell explica que un punto a favor es que desde el curso pasado quienes aprueban un PFI pueden acceder a un grado medio de formación profesional sin necesidad de hacer ninguna prueba. Eso sí, advierte, «aquí no se regala nada», y los alumnos, además de los conocimientos específicos de su área, también tienen unos módulos de formación general que incluyen desde conocimiento del entorno hasta matemáticas aplicadas.
Gracias al convenio con la Generalitat, los cursos se desarrollan en la antigua Universitat Laboral, en los talleres del Institut Pere Martell y en la cocina del propio Campus Educatiu. En cada uno de los cursos hay 17 plazas que siempre se quedan cortas para la demanda que hay.
Prevenir el abandono
Manuel Castaño, concejal de educación del Ayuntamiento de Tarragona, quien además trabajó en la implantación de este tipo de estudios en la ciudad en sus inicios, cree que hay que reflexionar sobre las causas del abandono escolar temprano «no podemos permitir que estos jóvenes se salgan del sistema a estas edades».
De hecho la tasa de abandono escolar temprano en Catalunya el año pasado se situó en el 14,8%, un cifra superior en 1,5 puntos que la media estatal.
En este sentido el Ayuntamiento puso en marcha desde el curso pasado un plan para evitar el abandono antes de que se produzca.
En este plan, que se encuentra dentro del Pla Educatiu d’Entorn, participan todos los institutos públicos de la ciudad y dos concertados. El año pasado desde el IMET se contactó con los centros para que informaran de los alumnos que no habían superado la ESO con el fin de hacerles seguimiento a cada uno y explicarles los recursos para ellos que hay en la ciudad.
En el curso actual la intención, además, es hacer una encuesta a los alumnos de cuarto de ESO para tratar de predecir las posibilidades de que abandonen el sistema y actuar en consecuencia.