Cierra la última tienda de lámparas de Tarragona

Lámparas Palau. Tras 58 años dando luz, Vicente Palau y Rosa Mari Falcó se jubilan y bajan la persiana de su negocio, en Prat de la Riba

12 febrero 2022 18:10 | Actualizado a 14 febrero 2022 06:40
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La última tienda especializada en lámparas en Tarragona cierra sus puertas tras 58 años al servicio de la ciudad. Se trata de la histórica Lámparas Palau, situada en la avenida Prat de la Riba. Los propietarios, Vicente Palau y Rosa Mari Falcó, se jubilan, tras toda un vida detrás del mostrador. Desde hace unos días, todos los artículos de la tienda cuentan con un descuento del 30%. Es una manera de agradecer a la clientela todo el tiempo compartido. Cuando se queden sin stock, las puertas del establecimiento cerrarán para siempre. Conozcamos un poco más el alma de Lámparas Palau.

Vicente Palau muestra orgulloso el primer contrato de la luz de la tienda, con fecha de 5 de mayo de 1964. Fue su madre, Francisca Matamoros, quien abrió el negocio. Al principio, el establecimiento vendía colchones Pikolin y televisores de la marca Teleavia, entre otras cosas. «Teníamos de todo un poco y, como el techo estaba vacío, decidimos poner lámparas», explica el actual propietario, Vicente Palau. Y, poco a poco, la tienda fue evolucionando y especializándose en iluminación de interiores.

Palau recuerda cuando, con seis o siete años, bajaba a la tienda para ayudar a sus padres a reparar o a montar las lámparas. «En esta zona –refiriéndose al entorno de la avenida Prat de la Riba–, no había casi nada, más allá de La Salle y de la iglesia de Sant Pau. Era como un desierto», comenta.

Cuando faltaban tres años para que su madre se jubilara, Palau tomó la decisión de seguir adelante con el negocio familiar. «Liquidé el género, cerré unos días, hice obras y abrí con una imagen renovada», explica Palau. Fue entonces cuando su mujer, Rosa Mari Falcó, se unió al proyecto. Era por el año 1987.

A lo largo de todos estos años, Palau y su familia han sabido cómo mantener la clientela fiel y cómo luchar contra las grandes superficies e Internet. «El truco es el buen trato y, sobre todo, no hablar nunca de política. Así lo hemos hecho aquí y por eso hemos durado tanto», dice Palau, entre risas. En este negocio no solo han vendido lámparas. La cosa ha ido más allá. «Cuando un cliente nos dice que quiere cambiar la iluminación de su hogar, lo que hacemos es visitar el piso o la casa en cuestión y coger ideas. Al cabo de dos días, el cliente ya tiene un proyecto encima de la mesa», explica Palau. Esta manera de vender, incluyendo el servicio de asesoramiento, no se asemeja demasiado a lo que estamos acostumbrados en la actualidad. «Pese a esto, las ventas han caído mucho durante los últimos años y hemos decidido llegar hasta aquí», explica Rosa Mari Falcó, quien se ha convertido en la segunda alma de la tienda.

Lámparas Palau vende todo tipo de iluminación de interior. Para la cocina, las mesitas de noche, empotrables, luz indirecta, y otras. Palau y Falcó tienen en su mente los centenares de catálogos que llenan las paredes de la tienda. «Es alucinante como ha cambiado este mundo. Empezamos con las bombillas de filamento, después con las fluorescentes de bajo consumo y luego las halógenas. Ahora, resulta que se trabaja con tecnología LED», explica Palau, con la intención de descubrirnos la complejidad de este ámbito.

El agradecimiento

El negocio ha superado la crisis de la Covid bastante bien. «La gente, al estar encerrada en casa, ha aprovechado para hacer reformas», explica Falcó, quien añade que «además, hubo unas semanas que, por las restricciones, las grandes superficies no pudieron abrir. Así que notamos un ligero movimiento».

Finalmente, hace unos meses, la familia decidió cerrar por jubilación. Vicente tiene 66 años y a Falcó no le queda mucho para terminada su vida laboral. El matrimonio tiene ganas de vivir, de tranquilidad, de libertad. Ahora, han empezado a comunicar la noticia y todas las lámparas de la tienda están un 30% rebajadas. Palau quiere agradecer a los clientes «el reconocimiento que nos han dado a lo largo de la vida».

Con el cierre de Lámparas Palau, la ciudad queda un poco más huérfana de negocios de proximidad, de los de toda la vida. Y ya se sabe: si no hay comercio, no hay luz en las calles, y si no hay luz en las calles, no hay vida.

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