Unos están a la vista, como las fuentes de agua potable de la Catedral (temporalmente fuera de servicio por culpa del coronavirus), mientras que otros se encuentran bajo nuestros pies almacenando el agua que más tarde llegará a nuestros grifos. Algunos tienen un aspecto monumental, mientras que otros son tan discretos que cuesta adivinar su utilidad.
Son acueductos, molinos, pozos, conducciones, depósitos, cisternas, fuentes... La arquitectura que durante siglos se ha encargado de llevar el agua a Tarragona y municipios vecinos.
Ahora, gracias a una colaboración entre la Empresa Municipal Mixta d’Aigües de Tarragona, EMATSA, el Institut Català d’Arqueologia Clàssica, ICAC, y la Escola Tècnica Superior de Arquitectura de la URV, ha sido posible documentar su existencia y estado actual. Ayer se presentaba el primer ‘Catálogo de elementos patrimoniales vinculados al ciclo del agua’ de los municipios de Tarragona, Els Pallaresos, La Canonja y El Catllar.
En total el catálogo documenta la existencia de 104 elementos arquitectónicos relacionados con el vital elemento.
Trabajo de campo
Para elaborar la base de datos, explica Anna Farré, técnica del proyecto, se sirvió de fuentes bibliográficas, pero también de la observación directa y de entrevistas a vecinos que la ayudaron a ubicar los lugares.
El resultado es una ficha de cada elemento que ya se puede consultar en abierto en la web de Ematsa. En cada ficha hay una imagen, una descripción, el contexto histórico en que fue construido el elemento y también una evaluación de su estado de conservación actual, entre otros. Se incluye, además, un mapa con su ubicación exacta.
El catálogo incluye elementos de varias épocas: desde elementos romanos hasta redes de distribución y captación contemporáneas y todavía en uso que son consideradas patrimoniales. En este sentido, Farré, explica que se ha hecho una tarea exhaustiva de listar todos los elementos presentes en el territorio para, en una segunda fase, estudiar su valor patrimonial. Así, por ejemplo, el Pou de Boronat, propiedad de la familia Boronat, es un elemento de periodo contemporáneo. Los molinos del Mas de Mascaró y de l’Horta (ubicados a la parte norte de la huerta de Tarragona) son del periodo medieval. Y el conjunto de tres depósitos actualmente emplazados a los Jardines de la Diputació es romano.
...Y todavía están en uso
Pero si algo llama la atención de este catálogo es que muchos de los elementos siguen en funcionamiento. Tal es el caso de la Mina de L’Arquebisbe, de finales del siglo XVIII, una canalización de 30 kilómetros que transcurre por diversos municipios desde Puigpelat hasta Tarragona.
La primera imagen que ilustra el reportaje es, de hecho, de los depósitos de la Muntanya de L’Oliva, donde todavía hoy se almacena el agua que viene de la mina y de los pozos de Renau. Pueden llegar a recoger hasta 4.000 m3.
El catálogo tiene el valor de describir grandes obras, muy identificables, como el acueducto del Pont del Diable, pero también elementos que pasan mucho más desapercibidos, como los fragmentos de un specus (canal por donde circulaba el agua) de época romana que se puede ver en la Avinguda Catalunya y que traía a Tarragona agua procedente del Río Francolí. (foto 2)
No todos los elementos son visitables, pero en algunos casos como en el de la cisterna que se encuentra en el Museu Bíblic, sí que pueden observarse cuando se visita el recinto (ahora cerrado debido a la pandemia).
Un paseo por el catálogo también es una oportunidad de revisitar elementos cotidianos y a la vista, como las fuentes de agua potable, los elementos más presentes en el estudio en el que se documentan 28.
Un ejemplo es la Font d’Armanyà (foto 4) de estilo neoclásico, ubicada en la Plaça de Sant Antoni y que es testigo histórico de la llegada del agua a la ciudad desde la Mina de l’Arquebisbe, hace ya más de 200 años. Como curiosidad, a la derecha de la fuente hay una bala de cañón de la Guerra del Francès.
Punto de partida
La presentación ayer del catálogo estuvo a cargo del presidente de Ematsa, el concejal Jordi Fortuny, quien aseguró que la colaboración con el ICAC y la URV continuará y que este documento servirá de punto de partida para poner en valor el rico patrimonio vinculado con el agua. Por su parte, Josep Maria Palet, director de l’ICAC, resaltó que proyectos como este permiten mostrar, de manera clara, la trasferencia del conocimiento científico hacia la sociedad.
Josep Maria Toldrà, responsable del proyecto por parte de la URV, resumió que «el catálogo es un ejemplo de colaboración entre la arquitectura y la arqueología que muestra como la lógica territorial configura el servicios», y destacó la importancia de contar con este primer documento porque «conocer es el primer paso para valorar».