El bacalao, un alimento ancestral con una larga historia en la tradición pesquera que se remonta, según documentos, a los tiempos en que las naves vikingas cruzaban las aguas frías de los mares nórdicos. Una pesca artesanal no exenta de dificultades y riesgos y que durante siglos han practicado los marinos portugueses y vascos, en aguas de los mares de Terranova.
Las técnicas pesqueras ha evolucionado y la tecnología se ha incorporado en los grandes barcos bacaladeros que faenan en los caladeros permitidos, aun así, sigue constituyendo una práctica que requiere mucho trabajo y esfuerzo.
La pesca masiva y mantenida en las zonas tradicionales, desde el golfo de Vizcaya hasta las aguas del Atlántico Norte, podía producir el agotamiento de muchos caladeros y ha sido necesaria la regulación de su captura, por ejemplo, el llamado bacalao ártico, que se pesca, en el mar de Barents, está limitada por leyes ruso-noruegas. En este sentido, y para preservar esta pesca a las generaciones futuras, la UE lleva a cabo una política de control de las capturas, fijando unas vedas y cuotas que tienen que ser respetadas. Es por ello que todo el bacalao que llega a nuestro país, cumple los requisitos de sostenibilidad y tratamiento.
Sin duda, el bacalao, con su carne blanca, sus hojas finas, su sabor, su textura... se ha convertido en uno de los alimentos más apreciados en la gastronomía internacional, llena páginas en los libros de cocina, protagoniza aventuras en los mares, ‘oro blanco’ lo llamaban y se presta a mil y una preparaciones culinarias.
De preparar el bacalao saben mucho los pueblos y ciudades que limitan con las costas atlánticas y cántabras. Portugueses, gallegos y vascos son auténticos creadores de recetas con nombre propio.
El bacalao es un pescado blanco, de temporada, con enormes propiedades alimentarias, tiene proteínas, vitaminas, omega 3... Se encuentra en los mercados fresco y conservado de distintas formas. Si lo usamos salado habrá que proceder a su desalado para eliminar el exceso de sal, y consumirlo con cierta precaución en dietas bajas en sodio.
Hay mucho donde elegir a la hora de prepararlo solo o acompañado: en tortilla, con patata, con legumbres, al horno, rebozado, en ensaladas... Hoy lo preparamos con una de las fórmulas más tradicionales.
Ingredientes para 4 personas
4-6 lomos de bacalao
1 cebolla grande
2 dientes de ajo
1kg de patatas
400-500 g de tomate frito
Sal
Aceite de oliva virgen
Preparación
Pondremos en remojo el bacalao 3 días cambiando el agua un par de veces al día. Los lomos suelen estar impregnados de la sal conservante y habrá que comprobar que queden en su punto, que no estén demasiado salados. Con este tiempo será suficiente.
La preparación de esta receta no resulta nada complicada. La salsa de tomate la podemos hacer con tomate natural triturado, o bien si no se dispone de tiempo podemos comprar el tomate frito ya hecho.
Pelamos las patatas a rodajas, de un tamaño como hacemos al preparar una tortilla, o bien en juliana. La cebolla también la picaremos en juliana, y el ajo fino en forma alargada.
Una vez tengamos todo cortado, freímos estos ingredientes. Se pueden hacer a la vez, removiendo de vez en cuando para que queden bien hechos.
El bacalao lo tendremos ya escurrido, con cuidado, lo pasaremos por una paella con unas gotas de aceite, 1-2 minutos será suficiente.
En una bandeja de horno, disponemos la base de patata, cubrimos con la salsa de tomate y colocamos los lomos de bacalao. Con el horno caliente a 180 grados dejamos unos 5-10 minutos según el grosor de los lomos.
De lo más fácil.
¡BUEN APETITO!