<iframe src="https://www.googletagmanager.com/ns.html?id=GTM-THKVV39" height="0" width="0" style="display:none;visibility:hidden">
Whatsapp Diari de Tarragona

Para seguir toda la actualidad desde Tarragona, únete al Diari
Diari
Comercial
Nota Legal
  • Síguenos en:

Una vía diferente con reminiscencias del pasado obrero

Sin la masificación de las calles vecinas, se trata de un lugar de paso repleto de locales distintos y recuerdos de un barrio histórico para la ciudad

09 octubre 2022 09:06 | Actualizado a 09 octubre 2022 09:07
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Casi 300 metros separan la plaza de Prim y el camí de Riudoms, una distancia que, bajo el nombre de Sant Llorenç, destaca por sus múltiples encrucijadas con las calles Alt del Carme, del Vapor Nou, de Pere Òdena, dels Recs y de Sant Esteve. Además, conduce hasta la plaza de la Patacada, punto en el que confluyen lo «tradicional» y un «paisaje moderno» que nada tiene que ver con lo anterior.

Sin embargo, la historia de esta vía reusense no la cuentan sus edificaciones actuales, las aceras anchas y el asfaltado completo, sino las fachadas originales en tonos tierra con inscripciones en piedras y ornamentaciones que sitúan la construcción de las viviendas, en su mayoría, entre finales del siglo XIX y principios del XX. También se conservan los estucados novecentistas, los balcones de hierro forjado y las entradas de madera.

Más antiguos son los simétricos edificios que, en su día, albergaron fábricas y almacenes industriales de un barrio obrero que impulsaba una transformación social y el crecimiento de la ciudad. Los adoquines de la calle vivieron la época dorada de La Fabril Algodonera, la empresa textil de Macià Vila, tiempos difíciles con la Guerra Civil, y hasta hoy, que forma parte del Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Catalunya.

En la zona quedan reminiscencias de ese pasado y de la vida que la clase trabajadora reusense construyó allí, con «sangre, sudor y lágrimas». Con ello, como señala el presidente del Orfeó Reusenc, Albert Bermúdez, «es una parte muy antigua de la ciudad y, aunque el barrio se esfuerza para mejorar su imagen, también se hace mayor».

Salida alternativa

La entidad cultural ha visto evolucionar a la calle de Sant Llorenç desde los años 30 y la transformación más evidente es que sigue siendo un entorno muy vivo, pero hoy en día «hay locales de muchos tipos: desde el Orfeó a tiendas, bares, una óptica o la universidad, un punto muy importante de la calle», apunta Bermúdez.

En cierto modo, se ha convertido en una vía de paso. No está tan masificada como otras calles céntricas –la mayoría circula, por ejemplo, por la calle de Sant Joan– y no hay tanto agobio de gente, pero el presidente del Orfeó Reusenc afirma que «quien pasa por la calle de Sant Llorenç lo hace porque quiere pasar por aquí, porque le gusta». A su parecer, «se trata de una ruta alternativa de salida del centro que tiene mucha vida y mucha personalidad».

Es más, Albert Bermúdez cuenta que en el barrio se han creado proyectos para atraer a los reusenses, como fue la dinámica de pintar los pilones, precisamente para que dejase de ser una calle «oscura» y se valorase su potencial cultural. Sobre todo, porque la de Sant Llorenç es núcleo de la Fiesta Mayor y algunos pasacalles del Seguici Festiu, así como parte de la ruta que lleva hasta la plantada del Arbre de Maig en La Patacada.

Ese ambiente festivo reúne a gente muy variada, de todas las edades y de cualquier ámbito de la sociedad. Aun así, su punto negativo, describe Bermúdez, es que «hay zonas degradadas y a veces ha habido delincuencia; hay locales abandonados y edificios que no están en buenas condiciones».

Crecer con los tiempos

Esa diversidad de transeúntes se traduce en un público amplio para la entidad y sus miembros, que están muy arraigados a las celebraciones reusenses, ya sea por el Ball de Bastons y la banda de músicos o las representaciones teatrales. Así, han logrado fidelizar a la gente con tradiciones propias como la Rifa de la Confitura o la obra Misericòrdia, de Reus al Cel.

Los inicios del Orfeó Reusenc, tal y como se conoce hoy, fueron con la entrada de las mujeres a la formación, dando lugar a un coro de voces mixtas. A partir de un extenso abanico musical, a los vocalistas se les fueron sumando la formación instrumental y multitud de otras secciones. «Tocamos muchas teclas porque, al final, nos adaptamos a los tiempos y a lo que la sociedad demanda», concluye el presidente de la entidad, que sigue creciendo gracias a una base joven que garantiza el relevo generacional y las ganas constantes de mejorar.

Comentarios
Multimedia Diari