Las naves abandonadas entre la avenida Pere El Cerimoniós y la calle Josep Maria Prous i Vila albergan, de nuevo, okupas, apenas un año después de que el Ayuntamiento las desalojase y tapiase en su mayoría tras quejas vecinales y reiterados incendios que generaron alerta en la zona. En los últimos días se ha vuelto a ver movimiento de entradas y salidas en al menos una de ellas, la más próxima a Jaume I, que quedó sin clausurar.
Comerciantes y residentes de este ámbito entre la Pastoreta y el Carrilet agradecen la calma que se instaló en el entorno después de la intervención municipal, pero temen que la nueva okupación se extienda a otros puntos y pueda romperla. Piden demoler los antiguos talleres, que «estéticamente degradan toda esta parte» y que los terrenos resultantes se destinen a crear un parking, un parque o bien a «dar lugar a más comercios, porque aquí tenemos muy pocos».
Fuentes municipales detallan al Diari que, a raíz de la actuación del Ayuntamiento en octubre de 2020, «todas las naves se acabaron desocupando». Algunas no se tapiaron «porque había desaparecido el elemento de urgencia de seguridad y salud pública» que sí motivó que las puertas y ventanas de muchas de ellas se cerrasen con ladrillos en un primer momento. Ahora, según las mismas fuentes, «la Guàrdia Urbana tiene identificada una de las naves como que se ha vuelto a okupar y ha retomado el seguimiento, como lo hace con todos los inmuebles de los que tiene conocimiento».
El temor de los vecinos a que la situación de esta nave se acabe replicando en el resto de la isla no es infundado. Al menos en algunos de los talleres, antiguos okupas realizaron butrones de manera que los conectaron entre ellos por dentro. Cuando se vaciaron, la empresa encargada de limpiarlos extrajo del interior doce camiones cargados de basura: ropa sucia, envases de alimentos y excrementos habían dado lugar a un escenario insalubre. Fue, de hecho, el mismo alcalde, Carles Pellicer, quien directamente ordenó tapiarlas el día después de que en ellas se originase el enésimo fuego.
Cadenas y candados en la puerta
En la nave cercana a Jaume I habita desde hace poco una pareja que gestiona su uso irregular como habían hecho anteriormente el resto, a través de una cadena con candado en la puerta. Más allá de la sorpresa por el tráfico de personas en los talleres que creían despejados, los vecinos aseguran no estar padeciendo, de momento, molestias que puedan vincular a esta okupación en concreto.
Juan Carrión tiene una planchistería a pocos metros de Pere El Cerimoniós y explica que «la situación está más tranquila; circulan por aquí algunos toxicómanos que vienen de más abajo, miran los contenedores, piden una ayuda de un euro… Pero, desde que aquello está tapiado, esto ha cambiado mucho y lo ha hecho a mejor, a nivel del vecindario, hay calma, no tiene nada que ver con lo que era antes». «En su momento, se hizo un escrito al Ayuntamiento y a Sebastià Domènech, cuando era concejal, planteó derribar las naves y poner allí un aparcamiento disuasorio», añade, y dice que «fue rechazado en el pleno, pero es lo que nos gustaría que se hiciera». En las naves «los okupas agujerearon las paredes y comunicaron las naves entre ellas, y algunos techos hasta se habían hundido; era peligroso». Carrión opina que las construcciones «tienen mal aspecto y deberían derribarse para que fuera satisfactorio del todo».
«Cerraron todo aquello y la cosa está mejor», explica otro comerciante, Casimiro Rapela, que apunta que «sería positivo que, en lugar de las naves que han quedado, se hiciera un nuevo espacio verde, un parque para que jueguen los niños, que también hace falta». «Lo que ahora ha quedado le da a Reus una imagen muy fea y las naves ya no tiene utilidad, hay que tirarlas», dice.
También Antonia García vive en esta área, y explica que «en esas naves no está bien que pueda vivir la gente porque seguramente no están en las condiciones mínimas ni mucho menos, y también tenían perros». «Lo que se tiene que hacer es algo bonito para el barrio, algo que lo mejore, no tal como está ahora», expresa, y especifica que «no sería complicado que se pudiera ver esto algo más alegre, por ejemplo con un parque para los niños o mejor aún, haciendo una zona para el pequeño comercio y, quizás, también algo social, para la gente, como un hogar del jubilado».
Por su parte, Lluís S.C. considera que «lo que tendrían que hacer con estos edificios es tirarlos porque son viejos y han quedado como un nido de suciedad». «Allí hay suficiente sitio para hacer un parque para los niños, un pipican, aparatos de gimnasia al aire libre, plazas de aparcamiento gratuito...», dice, y se pregunta «si no, ¿ahora qué va a pasar con esto? ¿Qué pintan estas naves aquí? No pintan nada de nada». El vecino recuerda que «la gente está arreglando aquí sus casas y se encuentra que tiene al lado estas naves que son la purria». «Seguramente siguen en pie porque derribarlas tiene un coste del que nadie querrá hacerse cargo, pero este terreno daba incluso para tiendas, para un espacio más comercial que aquí nos vendría muy bien», prosigue, «porque no hay muchas que sean de alimentación y hacen falta».
En una línea similar se expresa María Castillo, que asegura que «tener un parque estaría bien, a los vecinos nos gustaría tener otro porque, aunque ya hay algunos, hay veces que acuden muchos niños y la verdad es que se quedan escasos». Las naves, «tal como están, dan un poco de mala imagen al barrio».
Fuentes municipales mantienen que, en el momento en que se llevó a cabo el primer desalojo de los okupas de Pere El Cerimoniós y Prous i Vila, «la Guàrdia Urbana y los servicios sociales dieron continuidad a la atención con la finalidad de buscar solución a las personas que vivían allí». Vinculados a las talleres se habían abierto anteriormente también algunos expedientes de carácter urbanístico que perseguían que se tapiasen. Finalmente, el propio Ayuntamiento dio el paso «ante el riesgo que suponían para la seguridad de las personas y para a salud pública, a causa del incendio que quemó una de las naves».