El comportamiento en las elecciones municipales en Reus de los partidos del espectro ideológico que va desde el centro derecha constitucionalista al ultranacionalismo español tiene un común denominador: sus resultados dependen mucho de las dinámicas políticas nacionales y poco de las claves locales, léase el perfil de los candidatos, la labor de gobierno u oposición... Al menos así ha sido en los últimos tiempos. Como en la antigua regla de las eliminatorias futbolísticas, diríase que los goles marcados fuera tienen más valor que los conseguidos en casa, con el agravante de que los encajados también.
Ciudadanos, actualmente la única fuerza del centro derecha unionista con representación en el Ayuntamiento, es un ejemplo palpable. Irrumpió en el consistorio en 2015 con cuatro concejales y siendo la tercera lista más votada, sin nunca antes haber tenido representación y con unos resultados previos más que modestos. Cuatro años después, la formación naranja se enzarzó en una escabechina interna que se saldó con la expulsión de sus líderes en Reus y la confección a contrarreloj de una candidatura con caras nuevas y desconocidas.
Pese al desaguisado, Cs no se despeñó sino que aguantó el tipo con tres escaños. De hecho, la pérdida de votos se limitó prácticamente a los trasvasados a la lista formada por los escindidos. Un balance que confirmaba que los apoyos obtenidos tenían que ver más con el papel del partido en el conflicto político catalán que con su actividad en la ciudad.
Alcaldables
Ciudadanos ha confirmado esta semana que la abogada Débora García repetirá como alcaldable. Veremos si se ve arrastrada por la funesta inercia de los naranjas en todas las últimas convocatorias electorales o tiene recompensa por su persistente labor fiscalizadora de la gestión del gobierno municipal.
Si los sondeos aciertan y se confirma la tendencia a una recuperación del PP y a una reunificación del voto de derechas en torno a sus siglas, los populares, deberían recuperar la presencia en el Ayuntamiento, perdida tras los desastrosos resultados de hace tres años. Su alcaldable será Sebastià Domènech, que ya lo fuera en las dos últimas elecciones y que preside el comité local.
Teniendo en cuenta que Domènech fue concejal entre 2003 y 2019 no puede hablarse precisamente de renovación. Parece que el partido no ha encontrado la savia nueva que pretendí a y que su implantación en la ciudad está bajo mínimos.
Recordemos que el PP formó parte del gobierno municipal entre 2011 y 2014 gracias al pacto con la Convergència de Pellicer. Tenían seis escaños y eran tercera fuerza en el consistorio, impulsados por la marea que poco después daría la mayoría absoluta a Mariano Rajoy.
Cuatro años más tarde, sus resultados en las municipales fueron malos y se quedaron con sólo dos concejales. Los populares no sacaron rendimiento de su acción de gobierno y se vieron arrastrados por el declive del PP, de Rajoy, que ese mismo 2015 experimentaría un fuerte retroceso en las generales. Como sucedía con Ciudadanos, los vientos de la política nacional explicaban mucho mejor los resultados que cualquier factor local.
Ultraderechas
Todo invita a pensar que el voto a la extrema derecha en Reus se mueve por el mismo patrón. Vox se presentó por primera vez a las municipales en 2019, en pleno proceso de crecimiento en España pero prácticamente sin estructura en la ciudad. Con esos mimbres sacó unos discretos 1.200 votos, pero inmediatamente se enfrascó en su propia degollina interna. La dirección provincial destituyó a Jordi Ferré, responsable de comunicación a la vez que alcaldable en Reus, y le acusó de deslealtad, a lo que el afectado respondió con una querella por injurias y calumnias.
Ferré abandonó Vox y se afilió a TÚpatria, formación también de cariz ultranacionalista, de la que es presidente provincial. Teniendo en cuenta que el partido aboga por trabajar desde el municipalismo, posiblemente veamos más de una candidatura a la derecha de la derecha en los comicios de 2023.
La consecuencia inmediata de la entrada de nuevos grupos en el pleno del Ayuntamiento serían cambios en la aritmética actual, que podría desembocar en un escenario más complejo y parecido al de la pasada legislatura, donde el pacto entre CiU, ERC y Ara Reus no sumaba mayoría absoluta y debía gobernar en minoría. Pero aún queda mucho para eso.