El proyecto SeniorLab Reus aspira a redefinir una sociedad cada vez más longeva. Trabajan para generar soluciones innovadoras mediante el análisis del entorno y desde la propia experiencia individual en forma de reuniones con gente diversa y comprometida.
¿Cómo nace SeniorLab?
Yo fui presidente del Consorci Hospitalari de Salut i Social de Catalunya y el sector de la gente mayor era algo que me interesaba. Con la pandemia se pusieron sobre la mesa algunos temas que deberían replantearse y, entonces, reuní a 7 u 8 conocidos y uno de ellos me sugirió crear un laboratorio de innovación ciudadana. Me pareció una idea muy interesante porque la diferencia era que, a la hora de plantear los temas, había una interdisciplinariedad en el análisis y el estudio de la realidad, además, afecta a toda la sociedad y propone sugerencias para cambiar las cosas. No se trata de encontrar soluciones mágicas, el SeniorLab piensa y hace una propuesta, un prototipo que se pueda llevar a cabo.
En la práctica, ¿cómo funciona?
Aunque generalmente los laboratorios se impulsan desde la administración o el mundo empresarial, vinculados sobre todo a la universidad, también hay modelos de base ciudadana como el nuestro. Eso dificulta la ejecución de algunas acciones porque no tenemos estructura ni recursos, somos voluntarios y muchos estamos jubilados o desempleados. No dependemos de ninguna institución municipal.
Aun así, ¿tienen sinergias con instituciones locales?
Tenemos integrada gente del grupo Iubilo de la URV, no es una organización como tal, pero colaboran con nosotros; y hemos generado alianzas, también, con la Societat Catalana de Geriatria i Gerontologia, y la propia URV nos ha contactado para su plan de cuidados. A su vez, el año pasado hicimos un programa experimental para la Diputació de Tarragona para encontrar y desarrollar un envejecimiento saludable en Solivella, Porrera y Vandellòs.
¿Cómo se desarrolla el Lab?
Hacemos reuniones sobre temáticas muy diversas con gente que tenga una cierta experiencia en la dinamización o facilitación de cada ámbito. Son reuniones de 2, 3 o 4 horas, y nos hacemos una serie de preguntas para poder sacar propuestas y el análisis o debate lo hacemos siempre en grupos reducidos, de 5 a 8 personas, para que estas ‘mesas redondas’ sean muy dinámicas; y después ponemos en común las ideas.
¿Qué perspectivas tienen?
La idea sería poder crear núcleos en diferentes municipios con presencia del ayuntamiento, evidentemente, pero también áreas de gente mayor, áreas básicas de los hospitales, escuelas e institutos... Si se ha conseguido integrar la sostenibilidad en la RSC, ¿por qué no hacer lo mismo con el envejecimiento o longevidad? La sociedad cada vez es más longeva y surgen nuevos interrogantes a los que dar respuesta.
¿En qué están trabajando?
Estamos promoviendo acciones comunitarias en un barrio local para cuidar las zonas verdes. Hemos hablado con la Escuela de Horticultura y Jardinería con el objetivo de trabajar el envejecimiento de forma colectiva. Además, el tema de la soledad aparece constantemente. Ya hicimos una sesión sobre la soledad no elegida y ahora colaboramos con la Comunalitat Reus Sud para la presentación que hará Víctor Taltavull el día 27. También salieron ideas como una cena intergeneracional para observar los modelos relacionales en un mismo escenario, aprender a enfrentar el concepto de ‘fragilidad’ o un proyecto de viviendas compartidas.
¿Cómo se extrapola el análisis a la sociedad?
Plantear propuestas es muy simple, pero necesitaríamos un mínimo de estructura para concretar los proyectos. Desde SeniorLab nos gustaría hacer de mediadores, organizar reuniones en diferentes municipios para que la ciudadanía comparta sus sugerencias con el ayuntamiento, para fomentar actividades, mejorar los servicios e instalaciones. El laboratorio piensa, luego hace falta alguien que lo ejecute y compruebe la viabilidad de los prototipos. Si sale adelante el proyecto de jardinería, será replicable en otros ámbitos.
