Un enchufe con temporizador que activa los aparatos tan solo durante el margen necesario para usarlos, una bombilla que se carga mediante USB y una lámpara de exterior que funciona gracias a la luz del sol. Son algunas de las opciones que la ciudadanía pudo conocer entre el jueves y ayer mismo en una Mostra d’estalvi i gestió energètica sostenible.
La cita desplegó en la Llibertat una vivienda autónoma, puntos informativos sobre placas fotovoltaicas y un espacio en el que recibir diagnósticos personalizados de eficiencia en el hogar. También dejó algunos datos significativos: la climatización supone hasta el 30% del consumo de cualquier casa, mientras que los electrodomésticos se llevan cerca del 45% y alrededor del 25% corresponde a iluminación.
«Viene mucha gente, y más en estos tiempos, preguntando de qué manera podría ahorrar en su factura de la luz», explicaban ayer las técnicas municipales encargadas de difundir consejos para un buen uso de la energía. Las primeras recomendaciones, «consumir únicamente lo que haga falta, teniendo en cuenta que el precio es el que es» y dirigir buena parte del esfuerzo a conseguir que «la vivienda sea eficiente, es decir, que aun ajustándose para consumir menos se pueda mantener el bienestar».
Esto se logra «con electrodomésticos eficientes, luces LED que no gastan tanta electricidad o aprovechando la luz solar». Pero también hay algunas herramientas que ayudan.
«Por ejemplo, el termo del agua es un electrodoméstico que continuamente está calentándola aunque no te hayas duchado, y lo hace todo el día», apuntaban las profesionales. «Con un programador de horario de la electricidad, como si fuera un enchufe con un reloj, se reduce el funcionamiento al momento adecuado y no deja que el resto del tiempo pase la electricidad; y por 8 euros tiene uno», detallaban.
Hay más. Existen «luces de exterior que funcionan con una placa, permiten ver perfectamente en la oscuridad y evitan gastar de noche» y «bombillas que se cargan con USB y pueden usarse diariamente o hasta linternas que utilizan el sol».
El extremo de la pobreza energética
En el extremo de las dificultades para hacer frente a los recibos está la pobreza energética. «Trabajamos con personas que no tienen para la factura porque la energía es cara, hay rentas bajas y, al vivir en casas poco eficientes, necesitan un gran consumo para calentarlas o usan electrodomésticos viejos y gastan más». Las pautas que aportaban ayer desde Benestar Social en colaboración con Medi Ambient se orientaban a «mejorar la situación para seguir viviendo con dignidad».
Una casa energéticamente sostenible conectada a placas solares y a un coche eléctrico en la plaza sirvió también para acercarse a otros modelos. Teniendo en cuenta que se trataba de una vivienda pequeña, entre 10 y 12 placas –junto a baterías y el resto de la instalación– bastarían para alimentarla.
Y para acercar el ahorro energético a los más pequeños, los niños y niñas tuvieron el cuento La rebel·lió dels electrodomèstics i de les bombetes, de Diana Vizán y Loli Beltran.