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El rey del
‘plot twist’

La dependencia popular a Vox puede multiplicar los apoyos de cualquier candidatura que sea vista como único remedio para evitar semejante escenario

03 junio 2023 19:11 | Actualizado a 03 junio 2023 23:54
Dánel Arzamendi
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Una de las mejores escenas de la película La caza del Octubre Rojo, basada en una novela de Tom Clancy, probablemente sea el momento en que el enorme submarino consigue evitar su hundimiento con una jugada de estrategia que deja con la boca abierta a todos los presentes en el puente de mando. Atención, spoiler. La poderosa nave acaba de detectar un disparo enemigo y Marko Ramius, en vez de intentar esquivarlo, ordena avanzar a toda potencia directamente hacia el torpedo. Los militares norteamericanos que acaban de embarcar, y los propios oficiales del Octubre Rojo, no entienden absolutamente nada. Se miran unos a otros aterrorizados, mientras un marinero pronuncia temblorosamente la cuenta atrás para la explosión. Mientras tanto, el capitán ruso inicia una conversación trivial, con gesto despreocupado. Finalmente, el proyectil acaba chocando contra el caso del sumergible, pero no estalla: Ramius había adelantado el momento del impacto contra el torpedo para no darle tiempo de armarse, desbaratando así una amenaza que parecía definitiva.

Me vino a la cabeza esta escena poco después de escuchar el anuncio de elecciones anticipadas desde la Moncloa. Sin duda, la figura de Pedro Sánchez es sumamente controvertida y genera opiniones radicalmente contrarias, pero nadie puede negar que nos encontramos ante uno de los estrategas políticos más efectivos de las últimas décadas (sobre todo, cuando se trata de sobrevivir a una muerte aparentemente inevitable). Ciertamente, durante los minutos posteriores a la nueva convocatoria electoral, fuimos muchos los que quedamos sumidos en un desconcierto total. Discurríamos sobre la base de una lógica plana, según la cual, los socialistas acababan de renunciar a seis meses para revertir el giro a la derecha que las urnas acababan de constatar. Sin embargo, en la Moncloa demostraron que, como un buen jugador de ajedrez, hay que analizar todas las variables posibles y valorar los nuevos escenarios que pueden abrirse con cada movimiento. En mi opinión, son cinco los objetivos que Pedro Sánchez ha logrado con esta jugada magistral.

Parece que la derecha tiene el panorama más de cara, pero Pedro Sánchez ha cambiado totalmente el juego. No sabemos si le funcionará, pero hay partido

Primero, consigue aprovechar la temperatura ambiental, que presumiblemente se derivará de los pactos que firmen populares y ultraderechistas en numerosos ayuntamientos y ejecutivos autonómicos, para movilizar al electorado de izquierda (incluso de centro) a su favor. Los resultados del pasado domingo incluyeron un reproche evidente a la coalición que actualmente gobierna en España, pero la constatación de la dependencia popular a Vox puede multiplicar los apoyos de cualquier candidatura que sea vista como único remedio para evitar semejante escenario a nivel estatal. El convencimiento de que, en el fondo, votar a Feijóo como presidente será votar a Abascal como vicepresidente, puede resultar especialmente determinante entre los sectores moderados catalanes, pues la llegada de los ultras al consejo de ministros podría volver a incendiar peligrosamente un territorio que los socialistas han conseguido templar durante los últimos tiempos.

Segundo, consigue pillar con el pie cambiado a Podemos, a quien sólo ha concedido diez días para negociar su posible integración con la plataforma Sumar, en una posición sumamente débil tras los calamitosos resultados del pasado domingo. El gran culpable del vuelco producido el 28M no fue prioritariamente el PSOE, que sufrió un retroceso moderado, sino el hundimiento abisal de la extrema izquierda, absolutamente desprestigiada tras los numerosos y recurrentes disparates y estropicios de Irene Montero y compañía. La refundación de este espacio, bajo la batuta de la mejor valorada Yolanda Díaz, puede resucitar a un electorado que la pasada semana dio claramente la espalda a la marca morada.

Tercero, consigue cortar en seco las eufóricas celebraciones del PP por su triunfo incontestable. Obviamente, los populares tenían muchas ganas de salir al balcón de Génova, pero mientras la derecha madrileña descorchaba botellas de champán, en los despachos de la Moncloa se urdía un giro de la trama (o un ‘plot twist’, como suele decirse ahora) para provocarles un bajón instantáneo y cortarles la risa floja. Decía Valdano que el fútbol es un estado de ánimo, y las pulsiones electorales también lo son. La fiesta popular apenas duró doce horas, porque a las once y cinco de la mañana del lunes, los medios dejaron de hablar de los resultados de la víspera, centrados ya en las inminentes generales.

Cuarto, consigue neutralizar los amagos de sublevación interna que comenzaron a emerger la misma noche del colapso. En efecto, algunos alcaldes y presidentes autonómicos socialistas, recién descabalgados del poder, no dudaron en atribuir su derrota a las estrategias decididas a nivel federal, que habían opacado su buena gestión local (con probable razón, aunque escasa lealtad de partido). De hecho, el único superviviente de la escabechina dominical fue Emiliano García Page, el dirigente del PSOE más crítico con el denominado sanchismo. El lunes por la mañana, el Presidente tenía por delante una ejecutiva complicada, pero su sorprendente regate dejó a los posibles amotinados con la palabra en la boca. Pedro Sánchez volvió a definir la agenda y delimitar el marco del debate, por enésima vez.

Y quinto, gracias a todo lo anterior, consigue abrir de nuevo una carrera que parecía irremisiblemente perdida hace justo una semana. Efectivamente, tras el severo correctivo municipal y autonómico del domingo, millones de españoles dieron ya por muerta la actual etapa de gobierno. El sentido común sólo permitía vislumbrar una larga y penosa agonía hasta diciembre, que concluiría con un susurrante responso por el ejecutivo de izquierdas, y la entrada triunfal de Feijóo y Abascal en la Moncloa (probablemente, como un elefante en una cacharrería, dada la obvia dependencia que los populares sufrirán a partir de ahora respecto de los ultras). Parece obvio que la derecha tiene el panorama más de cara, pero el ‘plot twist’ de Pedro Sánchez ha cambiado totalmente el juego. No sabemos si le funcionará, pero hay partido.

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