Pedro Sánchez y su trola permanente

Sánchez y Nadia Calviño saben que la inflación galopante ha hecho metástasis en los huesos del país y ahora es cosa de cuidados paliativos
 

07 abril 2022 04:50 | Actualizado a 07 abril 2022 10:08
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En la tierra de nadie, que abarca entre la ausencia total de la verdad y el pantanoso terreno de la infamia, Pedro Sánchez se ha instalado más allá del embuste y la trola permanente. Las empresas y las familias se han fundido en un amasijo macroeconómico inaudito. Sánchez y su corte de palmeros y palmeras lo saben, pues es imposible no verlo. Por eso ahora el plan estratégico es la huida y la salida y convencernos a todos de que aún podría ser peor.

Pedro Sánchez se ha agarrado al manual de resistencia monclovita, como un náufrago se agarra a un neumático flotando, pero ahí no hay soluciones, porque él es el problema. Sánchez y Nadia Calviño saben que la inflación galopante ha hecho metástasis en los huesos del país y ahora es cosa de cuidados paliativos, incluida quimioterapia. Convencido de que una mentira repetida mil veces puede tomar algo de verdad, ahora quiere enfrentar a los españoles a enemigos sin cara: una pandemia, una guerra, un volcán o una tormenta de arena. Entonces nos acabaremos preguntando: ¿a quién culpo? Es ahí donde entra el tramposo pacto de rentas, que no es más que ponerle música a la letra del camino del cadalso o del camino verde que va a la ermita. Para ello, deben convencernos de que el retorno a lo que había es tarea imposible y que ahora, simplemente, hay que elegir que gratos recuerdos abandonar para siempre.

La inflación, que oculta la recesión son apenas síntomas de lo que se aproxima, donde nadie quiere decir aún que las pensiones no se podrán referenciar al IPC y que los convenios colectivos tampoco 

En rigor, nos quieren no solo derrotados, sino confundidos. Ahora somos emigrantes hacia esa nueva tierra que nos ofrece el social-comunismo y después nos harán vagabundos a la fuerza. Y para envenenarnos más si cabe, están estirando el chiclé del ahora ponemos las medidas en marcha, que por la invasión de Vladimir Putin se nos han ido los precios de las manos y hay que reaccionar. Eso sí, justo cuando acabe el trimestre, para seguir arramplando ingresos por esa galopante inflación que era transitoria. Siempre, absolutamente siempre, hay que contar con acontecimientos inesperados que pueden torcer las cosas. Y recién cerrado el mes de marzo, como va la tasa de inflación del primer trimestre: Alemania 7,6%, Italia 7%, Eslovenia 5,4%, Portugal 5,5% y España 9,8%. El único país de Europa, donde la tarifa regulada por el Gobierno está ligada al precio diario y encadena impuestos sobre impuestos.

En definitiva, para un sueldo, por ejemplo, de 26.000 euros, implica que al año ese ciudadano es casi 2.600 euros más pobre (216 euros al mes) o como si anualmente dejase de cobrar el salario de 1,4 meses. Pero no, la solución no es bajar impuestos, porque según la ministra de Hacienda, la andaluza María Jesús Montero, supondría debilitar el estado del bienestar.

El problema de España, obviamente, es perfectamente identificable. Es la insensatez de un Gobierno irrelevante y bueno para nada o malo para todo. La inflación, que oculta la recesión son apenas síntomas de lo que se aproxima, donde nadie quiere decir todavía que las pensiones no se podrán referenciar al IPC, que los convenios colectivos tampoco y que al funcionariado le va a ocurrir más de lo mismo. Pero antes, Sánchez necesita convencernos de que todo esto es culpa de Putin, que es tanto como decir de nadie y que no tiene arreglo.

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