La rendija

Hay mucho de lo que hablar y queda poco tiempo para oír

19 mayo 2017 18:28 | Actualizado a 21 mayo 2017 16:49
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La puerta ha girado un poco y aunque no se vea la salida se puede ver la luz. Hay vida después del desgobierno, lo que no sabemos es si será mejor o peor que la que llevamos ahora los ingobernables. Considerado el pesimismo como una de las formas de la lucidez hay que repudiar sus conjeturas, pero no podemos descartar que los que rectifican no lleven razón, aunque con ella del brazo no se pueda ir demasiado lejos. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, cuya verdadera vocación es la de acomodador, ha impuesto seis condiciones para negociar su ansiado ‘si’ a Rajoy. Lo primero que hay que fijar es la fecha, no sea que a los lectores se nos disloque la mandíbula en un bostezo, pero además hay que apartar a los cargos públicos imputados por corrupción, acabar con los aforamientos –entendidos como licencia para enriquecerse– y limitar los mandatos. Lo malo de darle una vuelta a nuestra sociedad es que se le pueden verlos calzones sucios, irreparablemente manchados. Hay colas en las tintorerías para dejarlos como nuevos, pero eso no deja de ser un avance ético, porque hasta ahora se trataba de un camuflaje.
Hay quien cree que la vida empieza después de agosto, que dicen que es tierra de nadie porque casi todos buscan el mar. No es cierto. En ‘la canícula ardiente está la cólera a punto’, pero es cuando se hacen más planes y se acarrea más leña para echarla al fuego. Los planes de Ciudadanos son excelentes, a condición de que se cumplan. Hay que sortear el ‘caso Bárcenas’, que a algunos les ha caído en suerte y a otros en desgracia, pero se trata de esquivar unas nuevas elecciones que se parecerían bastante a las antiguas. Hay mucho que hablar y queda poco tiempo para oír. Los oradores son pésimos. Cuando les dan la palabra creen que es para siempre y no la sueltan. Las tiene de varias clases: las de honor, las de amor y las de conveniencia. Algunas sin usar. 
La puerta ha girado un poco y aunque no se vea la salida se puede ver la luz. Hay vida después del desgobierno, lo que no sabemos es si será mejor o peor que la que llevamos ahora los ingobernables. Considerado el pesimismo como una de las formas de la lucidez hay que repudiar sus conjeturas, pero no podemos descartar que los que rectifican no lleven razón, aunque con ella del brazo no se pueda ir demasiado lejos. El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, cuya verdadera vocación es la de acomodador, ha impuesto seis condiciones para negociar su ansiado ‘si’ a Rajoy. Lo primero que hay que fijar es la fecha, no sea que a los lectores se nos disloque la mandíbula en un bostezo, pero además hay que apartar a los cargos públicos imputados por corrupción, acabar con los aforamientos –entendidos como licencia para enriquecerse– y limitar los mandatos. Lo malo de darle una vuelta a nuestra sociedad es que se le pueden verlos calzones sucios, irreparablemente manchados. Hay colas en las tintorerías para dejarlos como nuevos, pero eso no deja de ser un avance ético, porque hasta ahora se trataba de un camuflaje.

Hay quien cree que la vida empieza después de agosto, que dicen que es tierra de nadie porque casi todos buscan el mar. No es cierto. En ‘la canícula ardiente está la cólera a punto’, pero es cuando se hacen más planes y se acarrea más leña para echarla al fuego. Los planes de Ciudadanos son excelentes, a condición de que se cumplan. Hay que sortear el ‘caso Bárcenas’, que a algunos les ha caído en suerte y a otros en desgracia, pero se trata de esquivar unas nuevas elecciones que se parecerían bastante a las antiguas. Hay mucho que hablar y queda poco tiempo para oír. Los oradores son pésimos. Cuando les dan la palabra creen que es para siempre y no la sueltan. Las tiene de varias clases: las de honor, las de amor y las de conveniencia. Algunas sin usar.

 

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