Mi admiración a la atleta neerlandesa de origen etíope Sifan Hassan. Ayer ganó la maratón con récord olímpico, pero es que días antes había obtenido dos bronces en 5.000 y 10.000 metros. Emula (casi) al mítico Emil Zatopek que en Helsinki’52 ganó el oro en las tres pruebas. Más allá de la proeza, la de Sifan es una historia de superación.
Según narra Igor Barcia, el enviado especial de la agencia Colpisa a París, Sifan Hassan creció con su madre y su abuela en una granja cercana a la capital de Etiopía, Adis Abeba. A los 15 años su madre la envió a Países Bajos para que pidiera asilo y pudiera tener una vida mejor. Primero fue acogida en un centro para solicitantes de asilo menores de edad. Obtuvo el pasaporte neerlandés y después estudió Enfermería en Eindhoven. Allí conoció a otros etíopes, entre ellos a miembros del club de atletismo de la ciudad que la animaron a competir.
Ad Petters, su primer entrenador, recuerda que era «una chica tímida», que permanecía siempre en un lugar discreto. «Vigilamos que no hiciera nada mal, ni en el entrenamiento ni en su vida personal. La mantuvimos segura, íbamos a buscarla en coche para ir al entrenamiento, la llevábamos a las competiciones», explica Petters, que empezó a pulir un talento que ahora ha llegado a lo más alto.
Su periplo recuerda al de los padres de los futbolistas Iñaki y Nico Williams. Huyeron de Ghana, cruzaron el desierto, saltaron la valla de Melilla y pidieron asilo político. Les trasladaron a Bilbao, donde nació Iñaki. La familia se mudó a Pamplona, donde vio la luz Nico.
Inmigrantes o hijos de inmigrantes que triunfan gracias a su esfuerzo y son un ejemplo. Mejor zasca para Vox y sus mentiras, imposible.