El terremoto de Irak y Turquía lo hemos seguido con mucha tristeza, pensando en que nada podíamos hacer; pero en Creixell, pueblo de 4.000 habitantes, algunos vecinos dejaron inmediatamente su familia y su trabajo para marchar hacia la zona.
El salvamento de supervivientes debe ser rápido. Su vida peligra entre los escombros por inanición, frío y heridas. Por ello Pere Frutos y compañeros de la unidad canina de rescate, K9 de Creixell, que él mismo fundó, estaban ya a las pocas horas con sus perros a bordo de un avión. Todo el año entrenan con este objetivo y desde su creación la unidad ha participado en rescates en 18 terremotos de todo el mundo.
Junto a la pena, uno siente el orgullo de esta iniciativa solidaria tan cercana, eficaz y reconocida.