Cada vez que algún organismo internacional examina a nuestros escolares el resultado es un suspenso. Sea en matemáticas, ciencias o compresión lectora.
Mi aproximación a esta área viene de haber cursado Magisterio, antes de Periodismo, y participado en muchas conversaciones con un hermano mío y cuatro cuñadas profesionales del mundo educativo. Con todo no me atrevo a señalar las causas de lo que nos ocurre, pero sí que podría descartar algunas: no es por falta de actividades extraescolares, ni de uso de pantallas y pantallitas, ni de intercambio de mensajes, ni por déficit de visionado de series, ni por falta de fiestas y excusiones, de viajes y vacaciones, de redes y aplicaciones...
Descarto estas razones, pero no me atrevo a diagnosticar las verdaderas.