Una orden firmada por Trump solo sentarse a la mesa presidencial fue la de poner fin a la ciudadanía por derecho de nacimiento. Un niño nacido en EE.UU. podría no ser considerado americano si sus padres no tienen residencia legal en el país. Es una orden que ya han recurrido los fiscales de muchos estados porque contradice la enmienda 14 de la Constitución.
Se trata de un derecho con amplia tradición en el mundo, al menos desde hace dos mil años. Recordemos aquel diálogo de Pablo de Tarso con el centurión: «¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano?». El tribuno se sorprende: «Yo adquirí esta ciudadanía con una gran suma...». Y Pablo: «Yo la tengo de nacimiento».
Confiemos en que la ley quite de la mano a Trump los azotes que tiene preparados.