Propina

Cene en un restaurante, en un bar, en una tasca, en un chiringuito. Pero no cene en casa. Y pídase una salsa cremosa, grasa, suculenta para acompañar su plato. No se conforme con la plancha, lo asado, lo hervido, lo vaporizado. Añada sabor. Umami dicen los japoneses. Ese sexto sabor que va directo al órgano de placer. Tómese una cerveza fría en un bar vacío. Cuando aún no ha entrado nadie. Vaya a sitios dónde jamás haya ido. Atrévase a cruzar umbrales. Alguno le sorprenderá. Así podrá escuchar a los que no piensan como usted, podrá compartir barra con los que no tiene nada que compartir. Y verá que lo que acabo de escribir no es cierto. Tómese un vermouth o dos. Ábrase a un mundo que no entiende, con personas que no comprende, que se visten extraño, que se comportan distinto. Tómese algo con ellos. Un agua, un refresco, un café, un vino. Esa cerveza fría. Muy fría. Coma despacio. No tenga prisa por acabar. Que su carne no esté muy hecha, que su fritura no esté pringosa. Que sus callos piquen lo justo. Que las bravas piquen como si fuese un infierno. Deje propina siempre. No importa porque. Hará feliz a alguien sin saberlo. Disfrute de su plato. Sea feliz.