Duda

Anne Carson no suele dar muchas entrevistas porque quizás considera que en lo que escribe ya está todo dicho. Pero hace poco dejó atónita a la audiencia recordando algo bastante sencillo, pero que casi todos hemos olvidado. La famosa frase de René Descartes que pronunciamos cada dos por tres, estampamos en camisetas, en pósters, en posavasos, en magnetos para la nevera, en calcetines, en tote bags (bolsas de tela muy a la moda hipster): Cogito ergo sum, es decir, pienso, luego existo, no es del todo correcta. Y es cierto. En realidad el filósofo francés (que tenía muy mal carácter, pero quién no lo tiene en Francia...) dijo: Dubito, ergo cogito, ergo sum. O sea: tengo dudas, por eso pienso, por eso existo. ¿Sorpresa? ¡Absoluta! La duda no tiene buena fama en estos momentos en los que nadie duda. No dudan los que no saben, no dudan los que saben, no dudan los viejos, no dudan los jóvenes, todos creen estar en lo cierto. Dudar exige escuchar al otro, ponerse en el lugar del otro, cuestionarse a uno mismo. Todo empezó con una duda. Esta piedra o esta otra. Esta cueva o esta otra. El pensamiento que no proviene de la duda es una estafa de nuestro ego. Dudar para poder pensar.