Las encuestas internas del PSOE confirmaban el presagio de que el PSOE conseguiría un apoyo realmente marginal en la Comunidad de Madrid si Tomás Gómez era una vez más el candidato a persidirla. Y, por añadidura, se han ido acumulando episodios comprometedores que, aunque no afectan por ahora directamente a Gómez, le rondan peligrosamente y podrían alcanzarle incluso antes del 24 de mayo. Pero Gómez no se ha avenido nunca a razones: impulsado a la secretaría general del PSM por Zapatero en 2007, cuando aún era alcalde de Parla (había ganado tres veces en esa localidad, en la que alcanzó el 75% de los votos), se impuso en 2010 por estrechísimo margen a la candidata de Ferraz, Trinidad Jiménez, en las primarias a la presidencia de la Comunidad; en las elecciones de 2011 obtuvo el peor resultado de los socialistas en Madrid (el 26%). En el congreso socialista de febrero de 2012, se alineó con Chacón frente a Rubalcaba, y al mes siguiente, en el congreso regional del PSM, consiguió imponerse a la candidata de Ferraz, que esta vez era Pilar Sánchez Acera, quien logró en sólo dos semanas de campaña el 41%… El juego a la contra de Gómez ha ido reduciendo al partido a la mínima expresión, y sus leales habían formado a su alrededor un cordón sanitario protector que, de no haber tenido lugar el golpe de fuerza de Pedro Sánchez, hubiese consolidado la derrota perpetua de una organización autista y aislada. Su relación con Pedro Sánchez ha sido mala: éste se alineó con Trinidad Jiménez en 2012 y Gómez forzó la postergación de Sánchez a un lugar secundario en la lista al congreso de 2011. Hábilmente, sin embargo, Gómez apoyó a Sánchez en las primarias de julio.
El carísimo tranvía de Parla se ha interpuesto sin embargo en la carrera de Gómez, a pesar de que, por suerte o por cálculo, él no participó en el plenario municipal que aprobó el suplemento presupuestario y convalidó el espectacular sobrecoste que ahora investiga el juez y que de momento ha deparado ya la solicitud por el fiscal de la imputación de todos los ediles presentes. Parece claro que, con independencia de la vertiente judicial del asunto, la responsabilidad política de Gómez es la misma que la de sus compañeros de corporación. Pero hay más motivos para la defenestración de Gómez: el secretario de Organización de los socialistas, César Luena, explicó en rueda de prensa que el asunto del tranvía de Parla así como aspectos de la ‘operación Púnica’ que han afectado al entorno de Gómez han causado un «deterioro grave» a la imagen del PSOE y han creado «inestabilidad orgánica», tanto en el partido en Madrid como en el resto de España. A estas razones, Luena ha sumado «las dificultades orgánicas por las que pasa el partido en Leganés, Parla y Aranjuez». A ello habría que añadir las malas relaciones de Gómez con la actual alcaldesa de Parla, Beatriz Aceredillo, a pesar de que sí tiene la confianza del PSOE federal.
El PSOE no podría remontar el vuelo con tanta basura en su federación más emblemática (la que según Tarradellas era ya conflictiva en 1931, con las querellas entre prietistas y largocaballeristas). La decisión de Tomás Gómez, en definitiva, ha sido acertada, y así lo aprecian los barones territoriales y lo más granado de la militancia. La figura de Ángel Gabilondo, más que probable candidato a la Comunidad de Madrid, es como una vaharada de aire fresco que inundará un paisaje altamente contaminado hasta anteayer. Porque ya no es concebible que los grandes partidos hagan concesión alguna a cuanto roce la sospecha de alguna corrupción.