¿Recuerdan aquel hospital de mil camas que levantó China en apenas diez días cuando la pandemia era una cosa que solo pasaba allí? Pues nuestra gran presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, no iba a ser menos. Y después de cuatro meses ya tiene casi listo el Hospital Isabel Zendal, al que, según la dirigente del PP, «no le va a faltar de nada».
Bueno, quizá sí. Nada más y nada menos que los médicos. Porque de momento los únicos profesionales contratados para la puesta en marcha del nuevo hospital de pandemias de Madrid serán los 1.350 obreros que trabajan día y noche para tenerlo listo a principios de noviembre. Porque, para atender este centro sanitario de más de mil camas de hospitalización, 48 de ellas para UCI y críticos, la Comunidad de Madrid no contratará a médicos, ni a enfermeras, ni a celadores...
Por favor, no se pongan tiquismiquis; si esto es un detalle banal, una tontería sin importancia, parece ser la respuesta de Ayuso: «La proeza de construir en tan solo tres meses (son cuatro, en realidad) un hospital que va a sorprender al mundo es lo que a mí me debe ocupar», ha dicho. Su pretensión parece ser sacar personal sanitario de otros centros para dotar así al nuevo, sin tener en cuenta que eso es vestir un santo –nuevo, eso sí– para desvestir a otro –u otros–.
Bueno, ya lo hizo con el hospital de campaña de Ifema, cuya apertura supuso el cierre de los 37 servicios de urgencia de los centros de atención primaria. Que, por cierto, siguen cerrados más de siete meses después. Alguien debería decirle a esta buena señora que un hospital sin médicos, por muy moderno que sea, es el colmo de la inutilidad. ¡Dios mío, en qué manos estamos!
