No se asusten; no les hablaré hoy de aquella famosa –por calificarla de algún modo benévolo– canción de Georgie Dann que tan popular se hizo en el verano de 1988, sino de algo aún más bochornoso: el chiringuito que se ha inventado la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para colocar a Toni Cantó, quien dejó Ciudadanos –como antes lo hizo con UPyD– para enrolarse en las filas del PP.
El actor no tenía cargo alguno, tras quedarse fuera de la lista electoral del PP después de que el Constitucional dictaminase que no cumplía con los requisitos de empadronamiento necesarios para poder presentarse a las elecciones del 4-M. Así que, sin el mínimo rubor, Ayuso le ha encontrado acomodo como director del área de la Oficina del Español, un órgano de nueva creación con el que la Comunidad de Madrid pretende convertir a la región en la capital del idioma en Europa.
Justifica la presidenta madrileña la necesidad de esa nueva institución en la gran importancia del fomento del español, aunque no ha considerado poner al frente de tan elevada misión a un miembro de la Real Academia Española; ni siquiera ha pensado en un catedrático de Lengua. No, su hombre es Toni Cantó, quien se ha apresurado a agradecer la confianza de Ayuso y a asegurar que «el español genera muchas oportunidades para crear riqueza y empleo». Al menos, para él. En fin, son estas cosas, estos trapicheos, lo que alimenta la desafección de la ciudadanía hacia una clase política que gobierna el país como si de su hacienda particular se tratara. ¡Qué lástima!
