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Preservar TGN: un desafío que debe ser compartido

11 noviembre 2024 20:34 | Actualizado a 12 noviembre 2024 07:00
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Tarragona celebra este año el 25 aniversario de su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, un reconocimiento internacional que no solo refleja la riqueza histórica de la ciudad, sino también la responsabilidad de conservar su legado. Hace medio lustro, es posible que no fuéramos del todo conscientes de la riqueza que atesoraban nuestras calles y subsuelo, y puede que no supieramos lo que implicaba ser una ciudad Patrimonio de la Humanidad. Ahora sí. Y si queremos seguir siéndolo, vamos a necesitar más inversiones, más colaboración y más protección. En este contexto, la propuesta del Ayuntamiento de crear un consorcio de patrimonio que agrupe a las administraciones local, autonómica y estatal, se presenta como una oportunidad crucial para garantizar la sostenibilidad de este patrimonio monumental. El consorcio tendría como objetivo la colaboración activa entre administraciones para gestionar y conservar el conjunto histórico de la ciudad. Inspirado en el modelo de Mérida, donde el Consorcio Ciudad Monumental ha demostrado ser efectivo, este nuevo organismo buscaría evitar los problemas derivados de la dispersión de competencias y recursos: en Tarragona, la titularidad de los monumentos está repartida entre varios organismos, y los recursos son a todas luces insuficientes. Aunque el Ayuntamiento insiste en que Tarragona cuenta con un patrimonio bien conservado, con monumentos como el Anfiteatro Romano o el Teatre Romà en buen estado, los desafíos son constantes. Monumentos que tienen más de 2.000 años de historia requieren intervenciones periódicas y proyectos a largo plazo, como el plan director del Anfiteatro o la revitalización de la Part Baixa. No se trata solo de preservar lo que tenemos, sino de garantizar que el patrimonio continúe siendo un motor cultural y turístico de la ciudad. Así, la declaración de Patrimonio de la Humanidad debe ser mucho más que un honor: debe ser una llamada a la acción. No podemos permitirnos dar por sentado lo que tenemos: ni la catalogación de la Unesco, ni nuestras joyas arquitectónicas y arqueológicas, que no estarán siempre ahí si no las cuidamos. Tarragona no solo es una maravilla del pasado, sino un patrimonio vivo que contribuye a nuestra identidad colectiva. Cuidar nuestro patrimonio es cuidar nuestra historia, nuestra cultura y, también, nuestro futuro.

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