Hoy en día, no hay soluciones simples para los problemas complejos. Es muy probable que no lleguemos a cumplir los objetivos de reducción de emisiones de CO2 fijados para 2030, y probablemente tampoco los de 2050. Ante esta situación, hemos visto cómo el panorama de inversiones y decisiones se ha movido de forma notable en Tarragona. Ya lo dijo el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que la descarbonización era una herramienta interesante para alcanzar los objetivos gracias a la captura, absorción o remoción de CO2₂y su almacenamiento.
Estas tecnologías forman parte de las llamadas de captura y almacenamiento de carbono y ya en la época del Protocolo de Kioto (firmado en 1997) se proponían como una opción para reducir las emisiones en fuentes puntuales. A partir de ahí, durante décadas, muchas empresas e investigadores avanzaron en los procedimientos de captura y buscaron almacenes geológicos para el CO2. Los detractores de estas tecnologías hablan de costes elevados o de su supuesta complicidad con la no eliminación total del uso de combustibles fósiles. Pero todo parece indicar que el futuro de su aplicación está ligado a industrias muy difíciles de descarbonizar, como por ejemplo la del cemento, cuya fabricación incluso con energía «limpia» genera grandes cantidades de CO2. No son las únicas soluciones. Porque la naturaleza también ayuda. La más tradicional de ellas es la reforestación, pero también destacan otras opciones, como la recuperación y mejora de humedales y turberas, además del enorme potencial del suelo como sumidero de carbono.
En este contexto, las tecnologías de captura y eliminación de carbono podrían convertirse en un complemento esencial para alcanzar los objetivos de moderación de la temperatura global. No obstante, tras el último récord de emisiones se hace urgente reducirlas de manera inmediata y, al mismo tiempo, capturar la mayor cantidad de CO2 posible en todos los sectores, en cualquier lugar y al mismo tiempo. Por eso la Comisión Europea no ha dudado en señalar los proyectos de Tarragona como «referentes» para la UE. La importancia estratégica de nuestra indutria es hoy indiscutible y nos concierne a todos.