El 14 de enero de 2020 está grabado en la memoria colectiva de Tarragona como uno de los días más trágicos de su historia reciente. La explosión en la planta de derivados de Iqoxe no solo dejó tras de sí tres víctimas mortales, sino también un profundo sentimiento de inseguridad entre los vecinos de La Canonja, Bonavista, los barrios de Ponent y los municipios vecinos al polo petroquímico. Hoy, cinco años después, es momento de reflexionar sobre los avances realizados y sobre el camino que aún queda por recorrer para restaurar la confianza perdida. Desde el fatídico accidente, la Generalitat y la empresa han aplicado medidas concretas para evitar que una tragedia similar vuelva a ocurrir. Iqoxe ha dejado de producir el componente químico que causó la explosión y ha modernizado sus instalaciones con una inversión de 40 millones de euros.
La clave para superar la situación de inseguridad radica en recuperar la confianza ciudadana en la seguridad de las industrias del polo
Por su parte, el Govern ha reactivado el Pla d’Emergència Exterior del Sector Químic de Tarragona y ha dedicado tres millones de euros a instalar sensores y sistemas de aviso, y a poner en marcha simulacros. Son pasos muy significativos. Paradójicamente, pese a estos avances, el miedo y la desconfianza persisten. Muchos vecinos sienten que esas medidas no bastan, que falta información clara y justicia. La percepción de que no se ha hecho lo necesario para protegerlos sigue alimentando el descontento. Las protestas de hoy ante Iqoxe y en Tarragona son muestra palpable de la brecha entre las acciones tomadas y la percepción de los ciudadanos. La clave para superar esta situación radica en recuperar la confianza en la seguridad de las industrias. Para ello, es imprescindible una comunicación transparente y efectiva, no solo en situaciones de emergencia, sino también educación continua sobre los riesgos y las medidas de seguridad. Son igualmente fundamentales los simulacros periódicos y la ampliación de las campañas de sensibilización. Lo reclaman las asociaciones vecinales, voces críticas y esenciales en este proceso. Sus demandas deben ser atendidas con seriedad. Cinco años después del accidente, Tarragona necesita pasar página, pero no a costa de olvidar. Es crucial que las lecciones aprendidas y las acciones concretas en pro de la seguridad dejen tranquilos a todos los tarraconenses. Solo así podremos mirar hacia el futuro con la confianza de que nunca más viviremos una tragedia como la de hace cinco años.
