Salvador Illa está un paso más cerca de convertirse en el 133º presidente de la Generalitat de Catalunya, después de que las bases de ERC dieran ayer luz verde –por la mínima– a un pacto de investidura entre su partido y el PSC. Aún quedan muchas incógnitas por resolver, y las partes tendrán que hacer valer sus promesas y compromisos: mucho se juega en el Congreso –habrá que reformar una ley orgánica–, una diputada de ERC podría romper la disciplina de partido si el Jovent Republicà vota diferente de las bases, el PSOE tiene que hacer frente a la oposición de sus barones, el PP no dará su brazo a torcer, está por ver qué hará el expresident Carles Puigdemont... Pero lo cierto es que, con relativa seguridad, puede decirse que Illa será presidente.
Por primera vez en años, se vislumbra en el horizonte la formación de un gobierno estable, y eso es una buena noticia, lo forme quien forme
Independientemente de las simpatías de cada uno, por primera vez en mucho tiempo se vislumbra en el horizonte la formación de un gobierno estable. Y eso es una buena noticia, forme quien forme el ejecutivo. Catalunya merece un Govern de la Generalitat con capacidad para trabajar, tiempo para ejecutar sus proyectos, fuerzas suficientes para defenderlos y poder para llevarlos a cabo. No necesitamos más gobiernos a medias, más intervenciones judiciales, más persecuciones políticas, más inestabilidad... Ningún gobierno catalán ha agotado sus cuatro años de legislatura, desde José Montilla (2006-2010), y eso no es bueno para nadie.
Demasiados proyectos cruciales para la ciudadanía –en el ámbito de la sanidad, la educación o las infraestructuras– han quedado relegados al último cajón de nuestros gobernantes, o han sido imposibles de llevar a cabo por la falta de continuidad política, o por la falta de acuerdo. ¿Cuántos presupuestos se han prorrogado por falta de quórum? ¿Cuántos gobiernos han caído por batallas ideológicas que poco tienen que ver con el día a día de los ciudadanos? Pase lo que pase en los próximos días, hoy se abre la posibilidad de construir algo sólido. En base a pactos. Con capacidad para gobernar. Y hace falta.