Toda la provincia de Tarragona se despertó ayer consternada y conmocionada por el tiroteo que se produjo a última hora de la noche del miércoles en Salou y que se saldó con dos personas fallecidas –una en el lugar de los hechos, mientras que la otra murió horas después en el hospital Joan XXIII de Tarragona, donde ingresó muy grave con un disparo en la cabeza–.
Los Mossos encontraron poco después de los hechos el coche en el que huyeron los presuntos asesinos en el área de servicio de la AP-7 del Mèdol con varias armas en su interior y detuvieron a un hombre de 24 años por su participación en el suceso, mientras buscan a dos personas más.
La nacionalidad de los implicados –todos, víctimas y presuntos victimarios, son extranjeros– y el modus operandi han llevado a los investigadores a trabajar con un ajuste de cuentas entre bandas del crimen organizado vinculadas a la droga como principal hipótesis, aunque en estos momentos otras posibles vías de actuación están abiertas.
Se da la circunstancia de que Salou fue escenario también hace unos meses de otra muerte violenta, un suceso en el que también tanto la víctima como los posteriormente detenidos eran de nacionalidad extranjera, y también en aquella ocasión se habló de un ajuste de cuentas entre bandas por asuntos relacionados con el tráfico de drogas.
La proliferación de plantaciones de marihuana en la provincia de Tarragona, tanto en el exterior como en el interior de viviendas, ha convertido a este territorio en uno de los grandes viveros de la droga que luego se exporta a Europa. Y, como ya advirtieron responsables de los Mossos d’Esquadra en su momento, esto no es inocuo, sino que atrae a un tipo de delincuencia organizada muy peligrosa.
Estamos viendo las consecuencias. Urge luchar contra esta lacra con todas las herramientas de la ley y sin demora, antes de que las bandas impongan su particular ley en este territorio.