Toda empresa necesita un líder y toda empresa necesita renovación. En este equilibrio se juega la supervivencia y la grandeza de tantos y tantos proyectos. El caso del Nàstic no es distinto. Su historia reciente ha estado ligada a la figura de un empresario, Josep Maria Andreu Prats, que ha capitaneado una manera de entender el nastiquerismo muy ligada a la identidad tarraconense. Esa identidad es muy compleja, pero a grandes rasgos la conocemos bien: nos sentimos solos, incomprendidos y rechazados. Somos más cosas, pero este sentimiento de aislamiento es transversal en Tarragona. Josep Maria Andreu ha vivido estas últimas horas la expresión máxima de esta realidad. Ha sido, sin ningún género de dudas, el mejor presidente de la historia del Club Gimnàstic de Tarragona. Eso no se lo podrá quitar nadie, pero debería haber podido marchar de su club en otro momento. No ha podido ser, pero así es el fútbol.
El Nàstic lo echará de menos, Tarragona lo echará de menos. Una página se cierra para que otra pueda ser escrita con tinta nueva
El «presi», como le conocen todos, ha sabido conectar con los aficionados y construir una masa social sólida. No es suficiente, pero está inmensamente más consolidada que hace 17 años, cuando se hizo cargo del club por primera vez. Este es uno de sus mejores activos. Por supuesto, no hay que olvidar el paso por Primera División, por segunda vez en la historia del club o el saneamiento de las cuentas, y en letras mayúsculas la creación del Nàstic Genuine. El mejor equipo de la historia del Nàstic, según sus palabras. Una liga en la que todos pueden jugar y que ya está representada en todo el Estado y pronto lo estará en Europa.
Pero al final, le recuerdan a uno por cómo acaba las cosas. Josep Maria Andreu no merecía este final, a pesar de que su adiós estaba decidido previamente. Lo que ocurra en los próximos días ya no está en sus manos. El Nàstic lo echará de menos y Tarragona lo echará de menos. Una página se cierra para que otra pueda ser escrita con tinta nueva.
