Que el cambio climático ya es una realidad que condiciona y amenaza nuestras vidas parece un hecho irrefutable. Que, a pesar de las evidencias, los dirigentes de los diferentes países hacen muy poco para paliar las consecuencias del calentamiento global está también fuera de toda duda.
Por eso es un hito histórico la decisión del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), que ha condenado a Suiza en una demanda planteada por unas mujeres de edad avanzada que consideran que ese país incumplió sus obligaciones de protegerlas ante la emergencia climática.
El tribunal reprocha la inacción del gobierno suizo, estima que ha fallado en la aplicación de medidas para proteger a su población y que esta falta de acciones supone una violación de los artículos 6 y 8 de la convención europea de derechos humanos en tanto que vulnera el derecho a la vida de los ciudadanos.
El fallo pide a Suiza que «cumpla sus obligaciones» y aplique las medidas previstas para, por ejemplo, recortar sus emisiones de gases de efecto invernadero. El TEDH afrontaba ayer otras dos demandas similares, la de seis jóvenes portugueses que denunciaron a 32 países (incluida España) por su inacción frente a la crisis climática, y la de un exalcalde de un pueblo francés que denunció a su país por «vulnerar el derecho a la vida de los ciudadanos» por no implicarse lo suficiente en la lucha contra el calentamiento global.
Estas dos demandas no prosperaron, pero la condena a Suiza sienta un precedente que interpela a todos los países europeos. Y es que ya va siendo hora de que nuestros dirigentes se pongan a trabajar en la búsqueda de soluciones a los temas que de verdad preocupan y afectan a la ciudadanía. Y el cambio climático, qué duda cabe, es uno de ellos.
