Commedia dell´arte

Grecia es percibida en Washington de un modo muy distinto al nuestro europeo

19 mayo 2017 22:25 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:34
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La crisis en Grecia tiene una característica notable que la hace muy interesante y la distingue de otras, prosaicas y aburridas: tiene algo de teatral, de sobreentendidos, de personajes menores, algo de commedia dell’arte y de un público que, entre emocionado y perplejo, la sigue y espera un desenlace el domingo a través de un referéndum.

La trama, según exige el canon, está acotada: triunfará la virtud, como es de rigor. El reparto de papeles es conocido y, por orden de aparición, es el siguiente: Alexis Tsipras (primer ministro griego), Jean-Claude Juncker (presidente de la Comisión Europea), Yanis Varufakis (ministro griego de Hacienda), Angela Merkel (canciller de Alemania), Christine Lagarde (directora general del FMI), Wolfang Schäuble (ministro alemán de Hacienda) y otros menores, con apariciones intermitentes, como François Hollande (presidente de la República francesa) y su primer ministro, Manuel Valls.

De acuerdo con el guión, que aúna urbanidad con protocolo y respeto a las normas diplomáticas (no intervención en los asuntos internos de otros y respeto por las decisiones del pueblo griego) se presentan tres premisas no discutidas:

a) el referéndum es un elemento propio de las democracias y su resultado, expresión de la voluntad popular, debe ser respetado.

b) el primer ministro Tsipras, hizo saber ayer que se debe votar “no” al texto enviado por Bruselas . para seguir negociando, con la seguridad de que obtendrá uno algo mejorado. No dijo qué hará si pierde la consulta pero se supone que dimitirá y, por consiguiente habrá elecciones anticipadas.

c) también se supone que el nuevo ejecutivo pediría – y eventualmente obtendría – que se provea del mínimo tiempo para que el rescate programado bajo las condiciones finales e intocables del acuerdo propuesto por la UE a Atenas, sea el programa económico del futuro ejecutivo, que deberá formarse tras elecciones anticipadas.

Eso presupone que la conducta de Tsipras y su partido le habría costado el poder, algo que, sin embargo, no está garantizado y es, de hecho, el único punto aleatorio en el reparto de papeles. No es imposible que el electorado de Syriza sea insuficiente para rechazar la oferta-ultimátum de la UE, pero Tsipras podría seguir como el político más valorado, lo que daría una situación realmente extraordinaria.

Hay que añadir, en fin, que todavía no es imposible que de aquí al domingo taumatúrgicamente todo termine bien, como en la commedia dell’arte, aunque nadie sabe cómo podría suceder tal cosa. Si es así no sería temerario decir quien hizo el aparente prodigio: un tal Barack Obama, quien ha hecho saber a Berlín discretamente al principio y abiertamente después, que lo de Grecia no es contabilidad, ni dinero, ni disciplina fiscal, es política y es estrategia. El argumento es un simple vistazo al mapa y una ojeada a los servicios de Grecia a la OTAN en tiempos difíciles. Grecia es percibida en Washington de un modo muy distinto al nuestro.

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