«La economía después de la pandemia» es el título del diálogo virtual impulsado por la Fundación de la Real Academia Europea de Doctores que moderé el pasado jueves 14 de mayo, incitando al debate a dos pesos pesados de la economía española.
Por un lado, el Dr. Aldo Olcese Santoja, compañero en la Real Academia Europea de Doctores, Doctor en Economía Financiera, especialista en Responsabilidad Social de las Empresas y gobernanza, y vicepresidente del Capítulo español del Senado de la Economía Europea, prestigioso think tank germano tremendamente influyente sobre Angela Merkel y el Banco Central Europeo.
Y por otro lado, el Dr. José María Gay de Liébana, también Académico de Número en la RAED, profesor de la Universidad de Barcelona, Doctor en Ciencias Económicas y también en Derecho, muy vinculado al asesoramiento a empresas deportivas, y colaborador asiduo en los medios.
El planteamiento que les propuse era analizar cómo después de la parada en seco, brusco e imprevisto que ha provocado el confinamiento por la pandemia del Covid-19, podemos reactivar nuestra vida económica y empresarial. Estos meses de cierre de tantos sectores productivos plantean múltiples dudas sobre las posibilidades de volver a la anterior normalidad, de las secuelas irreparables que puede dejar esta situación en forma de aumento del desempleo, cierres empresariales, pérdida de competitividad y demás efectos perversos que podemos vislumbrar.
Con notable optimismo el Dr. Aldo Olcese se apresuró a definir la situación como la de un herido al que se le ha roto una una pierna, estamos viviendo la llegada al hospital con una fractura compleja cuyo cuadro visual nos incita a la preocupación; pero no estamos ante un infarto de irreversible. Por lo tanto, vamos a salir de esta crisis, y vamos a salir en un plazo no demasiado largo... seguramente con algunas secuelas, con necesidad de recuperación y reactivación, pero no estamos ante una crisis estructural del sistema financiero que ponga en peligro las bases de nuestro modelo productivo.
Menos optimista se mostraba Gay De Liébana, más partidario de un rescate económico de Europa para disciplinar nuestra economía, que todavía arrastra problemas estructurales no resueltos con la crisis o la gran recesión del 2008. Ambos coincidieron en las especiales dificultades a las que se enfrentará el sector del turismo, de la construcción y de la automoción, al igual que el mundo de las pequeñas y medianas empresas y los autónomos. La receta, proponen, es utilizar con inteligencia la capacidad de endeudamiento, siendo ambos partidarios de unos coronabonos que, financiados desde el Banco Central Europeo, permitan una inyección de liquidez capaz de dar potencia a nuestros motores económicos para despegar de la crisis.
Ambos coincidían en la necesidad de inyectar liquidez real a nuestro tejido empresarial, evitando que la intermediación bancaria lastre su funcionalidad. Los objetivos estaban claros: es necesario mantener nuestro tejido empresarial, repensando la necesidad de industrialización o reindustrialización de aquellos sectores que por la deslocalización habíamos abandonado; en segundo lugar, es necesario evitar el deterioro de la cohesión social, y que los primeros síntomas más virulentos de la crisis provoquen la caída de los sectores más débiles y menos favorecidos; y finalmente, ambos abogaban con una mayor flexibilización que permita una rápida adaptación del tejido empresarial a las nuevas realidades.
El planteamiento de la crisis como una oportunidad para salir más reforzados, nos llevó a hablar de la aceleración que puede suponer en tres grandes ámbitos: por un lado, en la transición digital, acelerando la implementación de nuevas tecnologías, del 5G, el Big Data, Internet of Things, Block-chain, entre otras; en segundo lugar, la sostenibilidad como motor de la necesaria transición ecológica que nos exige nuestro compromiso con formas de vida más sanas y con la supervivencia del planeta; y por último la redefinición del sector de la logística y el replanteamiento del movimiento de mercancías adaptándolo a las nuevas realidades postpandemia.
Finalmente, las tensiones políticas que vive la realidad española, la radicalidad de posturas que dificultan el diálogo, el «cuanto peor mejor» de sectores independentistas y de la renacida extrema-derecha, el regate a corto partidista,... son un problema para plantear con firmeza un programa de reconstrucción nacional que cuente con la financiación activa de nuestros socios europeos. Construir un clima de diálogo que permita una agenda centrada de recuperación económica y reactivación empresarial, sin dejar a nadie atrás, es seguramente la más urgente de todas las tareas que nos impone una salida proactiva de la crisis.
Santiago Castellà es profesor de la URV, Académico de Número de la Real Academia Europea de Doctores, y actualmente senador socialista por Tarragona