Armas de guerra: crece la violencia entre los clanes de la droga de Tarragona

El aumento de narcoasaltos lleva consigo una mayor afluencia de pistolas, escopetas, rifles y fusiles, que pueden adquirirse en el mercado negro desde 500 euros y que provienen de conflictos como el de los Balcanes. Ya se han localizado fusiles Kaláshnikov y granadas de mano

15 noviembre 2024 18:42 | Actualizado a 17 noviembre 2024 07:00
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La expresión que dice «primero dispara y luego pregunta» está democratizándose últimamente entre los grupos criminales relacionados con el tráfico de drogas. Los últimos años están marcando un gran incremento de los narcoasaltos –peleas entre bandas por los alijos– y, en consecuencia, de la presencia de armas en la vía pública. Tanto de fuego como especialmente blancas e incluso de guerra.

La posesión de pistolas, escopetas, rifles y fusiles está a la orden del día. Más aún la de cuchillos, navajas o machetes. De hecho, los Mossos d’Esquadra disponen del Pla Daga, una hoja de ruta que tiene el objetivo de reducir la presencia de este tipo de armas en entornos de ocio, lugares de afluencia de personas y espacios que favorezcan su tenencia y también su uso.

Y es que los decomisos de los cuerpos policiales durante los últimos años se han disparado. Ahora, los criminales se pasan a las armas de guerra. El pasado mes de junio, fruto de una actuación conjunta entre la policía catalana y el Servicio de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria contra una organización que introducía hachís en Catalunya, los investigadores alertaron de «la cantidad de armas y munición localizadas en distintos hechos delictivos vinculados con este entramado».

$!Granada procedente de la guerra de los Balcanes que la Policía Nacional encontró en un piso de Salou. Foto: Cuerpo Nacional de Policía

En ese registro, se intervinieron cinco armas de fuego, entre las que se encontraron dos de guerra municionadas, una escopeta táctica del calibre 12 y dos pistolas. Además, se localizó munición de hasta tres armas distintas en dos de los puntos de la Costa Brava donde se presume que se consumaron desembarcos de hachís: en la cala Culip (Cadaqués) y en la cala Giverola (Tossa de Mar).

$!Un arma detonadora modificada para disparar con fuego real y decomisada por la Guardia Civil de Tarragona. Foto: Guardia Civil

Uno de los factores por los que los investigadores consideran que se ha incrementado la peligrosidad de este tipo de hechos es que se ha detectado a personas al servicio de la organización con el rol de garantizar la seguridad durante los desembarcos de la droga en la playa y los inmediatos traslados hasta las ‘guarderías’, donde la depositaban antes de distribuirla.

Otro ejemplo: las muertes de la mafia marsellesa en Salou, que terminó con dos asesinados. Durante la investigación, la policía encontró armas de guerra como por ejemplo granadas o el fusil Kaláshnikov, también conocido como AK-47.

«La prioridad es que estos grupos no puedan controlar la producción, la logística y los contactos necesarios», Marc Bayón, jefe de la Unitat d’Investigació del ABP del Tarragonès

De hecho, los asesinatos siempre llegan cuando las bandas están rivalizando: que no los haya no significa que no exista el crimen, sino que es posible que una organización lidere el territorio y no le interese mancharlo. «Cuando un grupo está muy asentado, lo que no quieres es ruido ni muertes», puntualiza el comisario jefe de la comisaría general de investigación criminal de los Mossos, Ramon Chacón.

Tiradores para protegerse

Los clanes de la droga tienen a su disposición a tiradores con armas de fuego que se esconden y protegen los desembarcos y el transporte de la droga si se trata de hachís, o se encargan de custodiarla si es marihuana.

«Cuando un grupo está muy asentado, lo que no quieres es ruido ni muertes», Ramon Chacón, jefe de la comisaría general de investigación criminal de los Mossos d’Esquadra

En esta línea, el jefe de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la comandancia de la Guardia Civil de Tarragona, Héctor Muñoz, incide en que «cada vez es más normal que los ‘jardineros’ que vigilan la marihuana vayan armados». «Es habitual llegar a las plantaciones y ver pistolas, rifles o escopetas», añade.

En cuanto al hachís, Chacón expone que «son circuitos mucho más cerrados y no tiene las mismas derivadas que la marihuana». «La de las armas es una situación que nos preocupa y en la que trabajamos, ya que la mayoría están vinculadas al narcotráfico», añade.

«Cada vez es más habitual llegar a plantaciones y localizar armas», Héctor Muñoz, jefe de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Tarragona

La realidad es que está aumentando el número de armas de fuego intervenidas por los Mossos. El jefe de la Unitat d’Investigació del Àrea Bàsica Policial (ABP) del Tarragonès, el subinspector Marc Bayón, manifiesta que «la prioridad es que estos grupos no arraiguen en el territorio y que no puedan controlar la producción, la logística y los contactos necesarios».

Cada vez que la policía catalana entra en una plantación de marihuana, se lleva a cabo un asalto en el que pueden participar, según la información de la que se disponga, la unidad ARRO (protección de personas y bienes), la BRIMO (da apoyo en el mantenimiento del orden público), o el GEI (que actúa en situaciones de riesgo y de presión).

«Nuestro objetivo número uno es retirar las armas de la calle y que las bandas no se implanten aquí», Marc Bayón, jefe de la Unitat d’Investigació del ABP del Tarragonès

«Si siempre actúa un grupo que ya está preparado para afrontar una intervención con armas de fuego, es porque, por desgracia, nos encontramos con que este elemento ha ido incrementándose en los últimos años; ya no es tan solo un factor para autoproteger las plantaciones», añade.

¿Qué pasa entonces? «Que cuando hay un mercado de armas, estas acaban llegando a la sociedad; y nosotros hemos encontrado cortas, largas, de guerra, tradicionales manipuladas, de caza con alguna modificación...».

«Es una situación que nos preocupa y en la que trabajamos», Ramon Chacón, jefe de la comisaría general de investigación criminal de los Mossos d’Esquadra

Es un tema que preocupa a los cuerpos policiales, ya que, si estas quedan al alcance social, existe un riesgo de peligro mayor en cualquier tipo de actividad delictiva que pueda producirse. «Nuestro objetivo número uno es retirarlas de la calle», manifiesta el subinspector.

Intercambio de armas por droga

En algunos casos, los grupos criminales comercializan con las armas y las intercambian por droga: «Cuando la moneda de cambio es el valor económico y aquella arma puede tenerlo, puede ser un elemento de transacción atractivo para que todas las partes salgan ganando», expresa Bayón.

«Es habitual que los ‘jardineros’ que custodian la marihuana vayan armados», Héctor Muñoz, jefe de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Tarragona

No obstante, es una cifra clandestina y que la policía no tiene cuantificada, ya que, obviamente, no todos los narcoasaltos –también denominados vuelcos– se denuncian.

El armamento se introduce en el país, según los Mossos, desde el este de Europa, a causa de guerras como la de los Balcanes. Su precio de salida en el mercado negro es de 500 euros. En esta línea, los cuerpos policiales están adquiriendo nuevos gadgets para mejorar su desempeño.

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