Trenes y aviones llenos, reencuentros en estaciones y aeropuertos, abrazos y emoción. Son días de regreso a casa, de reuniones y alegría por volver a ver a los que están lejos. Y cada vez son más los que optan por marcharse y armar al otro lado de la frontera un proyecto de vida.
En los últimos años se ha disparado el número de tarraconenses que viven en el extranjero. Hay actualmente 28.526, un 18% más que hace cinco años (24.150 en 2019) y prácticamente tres veces más de los 10.572 que había en 2009, cuando la Gran Crisis hizo aumentar el número de personas que se marchaban. Nunca hubo tantos expatriados tarraconenses como ahora. Casi el 23%, un total de 6.470, residen en Francia. El país vecino es históricamente, y por cercanía, el que más tarraconenses ha acogido.
Francia, Alemania, Suiza
La segunda posición es para Alemania, con 2.970 personas, y la tercera es para Suiza (2.523). Entre estos tres países europeos suman casi 12.000 tarraconenses, aunque también destacan los 2.011 del Reino Unido, los 1.653 de Bélgica o los 2.120 de Argentina. En el global de catalanes en el exterior, también hay que tener en cuenta aquellas personas que han nacido ya en el país de residencia. Son, por ejemplo, los hijos de aquellas personas que emigraron en su día y se establecieron más allá de las fronteras. Así, de esos 28.526 tarraconenses que están fuera, 12.324 han nacido en ese país en el que residen.
A diferencia de otros momentos migratorios históricos, en los últimos años los tarraconenses que han hecho las maletas para irse fuera responden a una mano de obra cualificada, formada, con idiomas y estudios superiores. No se marchan tanto por necesidad sino como una vía para prosperar y obtener mejores condiciones de trabajo. Una prueba ilustrativa de ello son las enfermeras que en los últimos años se han ido a lugares como el Reino Unido. Suele ser, en muchos casos, talento en fuga que se ha formado aquí pero del que se beneficia otro país.
En algunas ocasiones, la distancia geográfica es tan insalvable que no siempre es posible volver o hacerlo cada año por estas fechas. Hay que tener en cuenta que el sello de Tarragona también está presente en destinos tan remotos y exóticos como Singapur, donde viven 25 ciudadanos nacidos en la provincia, Japón, donde hay 58, o China, con 86 personas.
Otras veces la cita es obligada. El 67% de tarraconenses en el exterior están en Europa. Ahí se suele cumplir el célebre eslogan publicitario –ya en el acervo popular, ‘jingle’ incluido– del familiar que vuelve a casa por Navidad.
«Venir aquí es una toma de contacto con los tuyos, con tu mundo»
Jaume Mulé lleva ocho años trabajando como ingeniero de software en Amsterdam (Holanda). Este joven de 31 años, natural de Castellvell del Camp, nunca falta a la cita. «Siempre vengo por Navidad. Es una buena oportunidad para ver a la familia completa, no solo a los que viven aquí, sino a otros que también están fuera», relata. Una prima en Berlín (Alemania) y su hermana, en Andorra, forman parte del colectivo de expatriados que durante estas fechas se junta y comparte sus vivencias. «Venir aquí es una toma de contacto con los tuyos, con tu mundo. En otros países no tienes la misma energía. Es bueno venir y recargar pilas».
Son días de anheladas reunificaciones, de confraternización, de abrazos, de experiencias dialogadas y largas charlas de sobremesa alrededor de la vida, y también sobre replantearse estar fuera, lejos de casa. «De momento no tengo planteado el futuro. Aunque llevo allí ocho años, mi idea no es echar raíces en Holanda. Quizás en algún momento vuelvo a casa o me voy a otro país», admite Jaume, que como otros ciudadanos en el extranjero no descarta volver en algún momento si se presenta la oportunidad: «Me fui por experiencia, para ganar bagaje profesional. A veces tienes un poco el síndrome de Estocolmo. Nos parece que todo lo que hay en el extranjero es mejor, y no siempre es así. Es cuestión de poner las cosas en la balanza».
«Es importante reencontrarse y mantener la tradición»
Esther Canals, reusense de 37 años, no se pierde unas Navidades con los suyos, a pesar de llevar una década en el extranjero, primero en Dubái y luego en Inglaterra. «Vengo cada año», reconoce. Son eventos muy especiales e irrenunciables para Esther: «Procuro estar siempre. Es importante reencontrarse, por la familia y para mantener las tradicionales. Nos gusta juntarnos toda la familia».
Esther trabaja como arquitecta en Manchester, donde lleva ya ocho años. Hace diez decidió hacer las maletas y probar suerte en el extranjero, primero en Emiratos Árabes, y luego en el Reino Unido: «Me fui a vivir la experiencia, a aprender y a progresar profesionalmente en mi ámbito».
Lejos de su Reus natal ha armado una familia. Su marido es inglés. Ambos tienen una hija de dos años. En esos vínculos están las razones para que Esther se plantee, a medio plazo, un cambio de vida. «Nos gustaría volver a Catalunya y, de hecho, es uno de los proyectos que queremos poner en marcha para 2024. Mi marido, antes de conocernos, ya quería vivir aquí. Y me gustaría que mi hija creciera aquí también, así que todo nos encaja y en algún momento vamos a volver. Quiero estar más cerca de la familia». Mientras eso sucede, disfrutan de otra Navidad todos juntos en Reus.
«No faltaría por nada del mundo»
Lola López es ingeniera aeronáutica y vive en Suiza. Es la responsable de operaciones de Astrocast, una ‘start up’ de Lausana. Ella está centrada en el mundo de los nanosatélites. Diseña sus constelaciones y controla las órbitas. Está establecida en el país helvético, pero siempre encuentra hueco para volver a Tarragona. «Voy todos los años, no faltaría por nada del mundo. Suelo ir por Navidad o por Reyes, pero al menos en una de las dos fechas estoy ahí. Más que la fecha en sí, para mí es importante y me gusta estar con toda la familia, con mi abuela, mis tíos y tías, y mis primos», explica: «Si no podemos estar todos, nos llamamos por videoconferencia, incluida mi hermana, por ejemplo, que está en Singapur».
«Este es un año muy especial»
Jordi Pros vivirá su primera Navidad normal desde 2019. Este joven de 34 años, natural de Sant Jaume dels Domenys, vive entre Catalunya y Holanda. «En 2020 no pude venir por la pandemia. Y en los últimos años siempre ha habido alguien contagiado de Covid y no lo hemos celebrado de forma convencional. Así que este año es muy especial por eso», cuenta. Jordi está acostumbrado a pasar temporadas fuera. Trabaja de autónomo en el campo de la fotografía y el vídeo. «Buena parte de mis clientes están en Holanda, y paso allí también mucho tiempo. Voy combinando», explica. «Para mí la Navidad es importante porque nos juntamos toda la familia, con mesas largas de mucha gente, y disfrutamos mucho», añade.