«Levantar el estado de alarma es solo una cuestión legal y política. No ha cambiado nada ahora en relación al viernes. Una persona puede salir a cenar a una mesa de cuatro, pero lo que no se puede hacer es montar reuniones masivas en la calle, como hemos visto, eso no tiene ningún sentido», explica Joan Inglés, doctor de la Unitat de Vigilància de la Salut en el Hospital Sant Joan de Reus. «Hay un sentimiento de indignación entre los sanitarios, que ven cómo tanto esfuerzo se puede echar por la borda a las primeras de cambio. Sabemos que son hechos puntuales de una minoría, pero hacen daño y generan preocupación», añade Inglés.
Este médico admite que existe un incremento de pacientes de Covid-19 hospitalizados y una ligera estabilización de las UCI, pero en niveles elevados, que para nada invitan a la relajación. «En intensivos tenemos ingresos relativamente recientes, de personas que llevan nueve o diez días y que están al inicio, pues la estancia media es de 40», desgrana Inglés, que lanza un mensaje de concienciación: «El esfuerzo que hacemos es grande, también para atender mucha patología no Covid que está llegando más atrasada que de costumbre. Esto no ha acabado y hay que incidir en ello, en respetar las medidas de mascarilla y distancia, sobre todo de cara a los jóvenes, que pueden transmitir el virus a gente mayor, a sus padres, por ejemplo, de 50 años, aún no vacunados y que tienen el perfil para entrar en UCI».
El sentimiento es de frustración. Batallamos mientras se hacen botellones en las playas»El enfado entre médicos y enfermeros tras algunas de las estampas difundidas nada más levantarse el estado de alarma y el toque de queda es bien palpable. «Yo lanzaría dos mensajes. Los hospitales están llenos. Se ha acabado el estado de alarma pero no la pandemia ni la vacunación. Hay que ser prudentes. Hay una parte de la población vacunada con una dosis pero el riesgo sigue existiendo. Hay que pensar en la cantidad de gente que aún no está inmunizada», cuenta Tani Francesch, médico especialista en geriatría y curas paliativas en Joan XXIII.
Sergi Boada. Presidente del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona
La segunda consigna a la que emplaza Francesch tiene que ver con «no cargarnos lo que hemos hecho hasta ahora» y resistir un poco más hasta la inmunidad de rebaño. «Si vuelve a haber una ola grande, se colapsarán de nuevo los hospitales y volveremos a cerrar, haciendo mucho daño a sectores que lo han pasado tan mal como la restauración. Nos estamos jugando el verano si ahora hacemos mal las cosas». La doctora del Joan XXIII apuesta por lanzar lemas contundentes. «La gente tiene que ser solidaria con aquellos que son de riesgo. Además, hay que tener en cuenta que también tenemos a personas jóvenes ingresadas, y en la UCI. Hay que ser crudos a la hora de explicar la realidad de cómo están los sanitarios, exhaustos, con depresión. Además, puedes sufrir un accidente en la carretera y no tener sitio en la UCI», cuenta Francesch.
Llamamiento a la prudencia
Lluïsa Brull, presidenta del Col·legi Oficial d’Infermeres i Infermers de Tarragona (Codita), también muestra su enojo: «¿De qué vale tanto esfuerzo si luego en un fin de semana lo echas todo a perder? Todos estamos cansados, con ganas de salir, pero hay que aguantar. La situación en los hospitales todavía es complicada, las UCI siguen estando llenas». Brull emplaza a esperar «un poco más» a que siga avanzando una vacunación que «está yendo a buen ritmo».
«El virus sigue ahí. Hay pacientes de 30 y 40 años en la UCI»Igual de tajante se muestra Sergi Boada, presidente del Col·legi Oficial de Metges de Tarragona (COMT): «El sentimiento principal no es indignación, sino, una vez más, de frustración, al ver que los mensajes de prudencia, solidaridad y necesidad de autoprotección que constantemente damos no acaban de interiorizarse, sobre todo en determinadas edades». El representante de los facultativos tarraconenses recalca «nuestra obligación de insistir e insistir las veces que haga falta en mensajes claros, y ahora toca recordar que, a pesar de que el periodo de estado de alarma puede haber vencido, nosotros no hemos vencido al virus», añade Boada, que denuncia que «los sanitarios sigamos batallando mientras se hacen botellones en las playas».
Ferran Roche-Campo. Intensivista Verge de la Cinta
El balance de Salut muestra una clara tendencia a la baja de los índices epidemiológicos pero no de los sanitarios. Los hospitales siguen notando los efectos de la cuarta ola, que pese a haber sido más suave, ha generado una mayor presión asistencial. Un caso significativo es el que viven las Terres de l’Ebre. «Vemos unos cuatro o cinco ingresos en UCI a la semana. La UCI del Verge de la Cinta está a tres veces más de su capacidad normal», explica el doctor Ferran Roche-Campo, de la Societat Catalana de Medicina Intensiva i Crítica, de l’Acadèmia de Ciències Mèdiques de Catalunya e intensivista en el Verge de la Cinta. La unidad, que tiene ocho camas, ha tenido que distribuirse y actualmente acoge a 20: 15 enfermos de Covid-19 y a otros cinco, también en intensivos, por otras patologías. «Vemos que está ingresando gente de 30 y 40 años y también personas con la primera dosis que se han contagiado y están graves. Tenemos a tres personas de la misma unidad familiar en la UCI», explica Roche-Campo.
«Las UCI siguen estando llenas. ¿De qué vale nuestro esfuerzo si nos lo cargamos en un fin de semana?»La situación en el Ebre se complica por momentos. «Aquí siempre hemos ido algo por detrás de otros lugares. Mientras los hospitales de Barcelona bajan la ocupación, aquí está subiendo y tenemos rebrote», explica el doctor ebrense, que hace un llamamiento claro: «Los sanitarios estamos fatal estas alturas. Estas imágenes que vemos por la tele, el botellón, las fiestas... nos molestan, porque estamos trabajando a tope y sentimos que el resto de sociedad no cumple su parte del pacto. Además, vemos que los jóvenes, que son los que más van a tardar en vacunarse, son los que menos van a cumplir las medidas. El virus sigue ahí y es muy peligroso».
Lluïsa Brull. Presidenta de Codita